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Marcelo Alvarez, Sonia Polo y Javier Garcia Miembros de Ahaztuak 1936-1977

Currículum vasco y memoria democrática

Tras la brutal experiencia de los campos de exterminio nazis, el filósofo alemán T. Adorno elaboró una línea reflexiva conocida como «metafísica para después de Auschwitz». Adorno reflexionó sobre las causas de tal hecho, pero sobre todo enfocó su reflexión hacia la forma de encontrar un antídoto para el futuro. Partiendo de esa lógica preocupación llegó a considerar la memoria histórica como un derecho humano más, como un requisito imprescindible para la consecución de la justicia: sin memoria no podía existir justicia. Por eso Adorno recomendaba formar a la ciudadanía a través del sistema educativo en valores e ideas democráticos mediante el trabajo activo del pasado, señalando además que debía atenderse no sólo la memoria de las víctimas en cuanto personas, sino también la de todos aquellos proyectos que no pudieron salir a la luz, todas las ilusiones anuladas cuando apenas comenzaban a germinar, todos los derechos sociales que, en el mejor de los casos, tardarían tantos años en recuperarse.

Ésa es, en síntesis, la reflexión que desde el espacio colectivo de las víctimas del franquismo y de la reivindicación de memoria, justicia y reparación hacemos también nuestra, subrayando además, al igual que Adorno, esa interrelación entre formación o educación y justicia. De ahí partimos cuando señalamos el ámbito educativo en sus diferentes niveles como fundamental en la recuperación o construcción de una «memoria histórica democrática y antifascista de Euskal Herria». También partimos de ahí al mostrar nuestra preocupación en torno a la prevención de futuras o actuales tentaciones totalitarias, al constatar que el actual modelo educativo no tiene excesivamente en cuenta, ni en contenidos ni en enfoque, la recuperación o construcción de esa memoria; tampoco, lógicamente, la importancia de transmitirla. Este hecho nos parece especialmente preocupante, pues el espacio educativo es clave en el proceso de socialización de los futuros ciudadanos al ser un espacio donde se construye o se destruye memoria y, por tanto, donde se puede construir o destruir democracia al abrir o cerrar el paso a valores totalitarios.

Esa preocupación es la que nos hace mirar con especial atención a una interesante oportunidad que puede servirnos para reconducir elementos sustanciales de esa situación. Esta oportunidad se da en torno a los planteamientos, debates y trabajos que desde diferentes ámbitos se vienen desarrollando en la elaboración, aprobación y puesta en marcha del denominado Currículum Vasco: creemos que en él existe una posibilidad real de reflejar y trabajar la perspectiva pedagógica y de contenidos del sistema educativo vasco teniendo en cuenta seriamente la construcción de la «memoria histórica democrática y antifascista» de nuestro pueblo. De igual modo, y como valor añadido, creemos además que a través del currículum podemos hacer desde Euskal Herria una interesante aportación práctica con evidentes connotaciones solidarias, al poder convertirse ese proceso y su resultado en un referente práctico de la viabilidad de incorporar al modelo de enseñanza la transmisión de la memoria histórica en las claves mencionadas. Una reivindicación muy sentida y básica para las víctimas del franquismo de aquí y de todo el Estado desde la óptica de la justicia.

Es por ello que desde Ahaztuak hemos seguido con especial interés la dinámica y el interesante trabajo que en torno a Euskal Curriculuma vienen desarrollando diversos agentes, tanto institucionales como sociales y educativos, y nos sentimos plenamente identificados con el mismo, planteándonos no solamente el apoyo declarativo, sino el apoyo práctico desde la aportación. Por ello hicimos entrega en diciembre del pasado año a los representantes de los diferentes agentes que trabajan en la elaboración del currículum vasco una aportación encaminada a que el futuro sistema educativo nacional de Euskal Herria incorpore y asuma en el mayor grado posible una lectura de la memoria histórica de nuestro país, y en concreto de los hechos correspondientes al periodo 1936-1977, esto es, a todo el periodo del golpe de estado y de la dictadura franquista, siempre en clave democrática y antifascista.

Por ello estuvimos el pasado sábado en el Kursaal. Para apoyar un currículum que -entre otros elementos- incorpore en todos los niveles educativos un temario específico sobre la represión política y social, así como sobre el intento de genocidio cultural y lingüístico de la lengua y la cultura vasca por parte de la dictadura franquista. Un temario en el que se fomenten los valores de la lucha por la libertad, la convivencia y la fraternidad de los pueblos del Estado y sus diversas lenguas y culturas... y en el que se inculque a las nuevas generaciones -ésas que constituyen el futuro- la convicción de que las libertades y los derechos de personas y pueblos -el derecho a decidir entre ellos- no son una concesión del poder, sino que han costado incontables sacrificios y que es imprescindible preservarlas y defenderlas frente a cualquier recorte o ataque de carácter totalitario o fascista, ya provenga de cuarteles o de parlamentos, ya venga vestida de uniforme o de impecable Pierre Cardin.

Para formar en Euskal Herria una ciudadanía cada vez más alejada por formación y convicción de ese aún operante franquismo sociológico, una ciudadanía que no sea pasiva ni permisiva ante la pervivencia de la simbología franquista, ante un Francisco Franco «reelegido» el mes pasado como «alcalde honorífico» de Salamanca, ante el revisionismo histórico de los Pío Moa, de los Vidal... Por ejemplo.

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