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Jakue Pascual Sociólogo

Canta y sé feliz

Me estoy volviendo loco como un Hombre lobo en París bailando Los pajaritos con La colegiala en La escuela de calor de la Lambada. ¿A quién le importa? En las txoznas Sarri sarri. No te olvides la toalla que Esto no es Hawaii y en Madrid no hay playa.

El calor y las chancletas hacen tambalear los pies. Los bronceadores protegen del agujero que ellos mismos provocan en el O-Zone. Las chicas practican topless y los mirones avizoran entusiasmados. Dudamos entre la braga náutica o sus antípodas bermudas, insondables designios. Sol a plomo y arena en los ojos. ¡Malditos críos, odiosos padres! ¡Sangría y paella!, grito de guerra. Ya llegó el verano y con él los dorados mitos del desarrollismo, las vacaciones pagadas y el guiri 1.999.999. Turistizado, el sentido común se va de vacaciones tarareando una canción molona.

Una letra absurda, ñoña y de temporada, un estribillo machacón para ser recordado hasta con amnesia y un ritmo bailable por un pato son los ingredientes de la canción del verano. De la prehistoria rescatamos melodías que entre tragos de chevecha compuchieron Los Trech Chudamericanosch. Perviven letras enigmáticas como Porompompon. Tórridas baladas para Cuando calienta el sol e invocaciones a Mi Talismán, su talismán.

«¿Izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, detrás?... un dos tres». Una Chica ye-ye baila La yenka. Los Sírex barren con La escoba hasta a los feos. Aires pop made in Black is black y El submarino amarillo. Limón limonero a ritmo de calipso. Casatschok y Achilipú. ¿Borracho yo? Turu rú.

Un rayo de sol calienta las rayas del bikini de Eva María. Un beso y una flor, Charly y La estrella de David en formato culebrón, iconos veraniegos de María Isabel y El soldadito, de cuando ambos se balanceaban sobre the Rivers of Babylon como marionetas vudú en las cuerdas del amor de Sandie Shaw, en uno de los tres estados que junto con la salud y el dinero son necesarios para obtener «La felicidad» en la vida. «La, la, la», Oh, oh July. El toro se enamora de la luna. Y Viva España por montera. Raphael ya era... aquél.

Abba, Raffaella Carrà, Las Grecas, Peret... Help!, ayúdame. Saca el güisky Cheli en La fiesta de Blas y baila con Un millón de amigos El Bimbó en El Chiringuito de Georgie Dann. A-ba-ni-bi jeroglífico Agapimú.

La culpa fue del cha-cha-cha y La Movida. Mari Pili, Dime que me quieres. Ven, devórame otra vez. Me estoy volviendo loco como un Hombre lobo en París bailando Los pajaritos con La colegiala en La escuela de calor de la Lambada. ¿A quién le importa? En las txoznas Sarri-sarri. No te olvides la toalla que Esto no es Hawaii y en Madrid no hay playa.

Cuéntame un cuento: -Hay un gallego en la luna con un tractor amarillo. «Aserejé, ja, dejé, tejebe, tudejébere?» Macarena for Clinton, Amigos para siempre. Living la vida loca al Ritmo de la noche... La boooomba. Dragostea Hasiendo el amol, superventas.

Siente el poder del reggaeton y de la rumba convertida en himno de Barrio. Lo demás, chicas monas, raperos con pinta de trapicheros de menudeo y nalgadas en Chambonea. Chunga chunga remix discoteca, Tata Golosa y bodrios a lo Koala y Chiki-chiki, como El baile del tío Pío, Jonathan y el retrógrado Ata la jaca. Entre los sesudos pronósticos del tiempo, la crisis, el Plan Ibarretxe, la Eurocopa, la Expo, las Olimpiadas y las canciones horteras menudo verano nos espera.

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