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La nobel de la paz Maired Corrigan insta en Donostia al diálogo sin exclusión y sin condiciones

Premio Nobel de la Paz en 1976, Mairead Corrigan-Maguire (Belfast, 1944) está de visita en Euskal Herria durante estos días y ayer participó en las Jornadas de Violencia No-Activa que se llevan a cabo en Donostia. GARA tuvo ocasión de entrevistarse con la activista irlandesa por la paz.

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Gari MUJIKA

Habla con conocimiento de causa cuando afirma que «lo que realmente hace falta es que los partidos políticos asuman riesgos y no ignoren los problemas. Porque, al final, volverán a emerger si no se abordan como se debe. El diálogo y llegar a compromisos es lo esencial». Además de extraer estas conclusiones de su implicación en distintos países envueltos en contenciosos políticos, Corrigan padeció personalmente las consecuencias del conflicto político y armado irlandés con el fallecimiento de tres de sus sobrinos.

En una situación que describe como «violencia extrema al borde de la guerra civil» es cuando se generó el «movimiento espontáneo» Gente por la Paz, con el mensaje de «crear una cultura de no-violencia y aceptar que hay caminos para resolver los conflictos de manera no violenta». Con una doble estrategia, el movimiento por el que Corrigan recibió el Nobel de la Paz en 1976 se posicionó en contra de la violencia de los grupos armados y contra la represión violenta del Gobierno británico.

«La violencia es un síntoma»

«La violencia es un síntoma, pero lo que hay que abordar son las causas de esa violencia», asegura Corrigan con énfasis, para lo que insiste una y otra vez en que la única senda a seguir es la de la apertura de un diálogo sincero, «incluyente e incondicional» entre todas las partes implicadas en el contencioso.

Aunque parte de la premisa de que «ningún conflicto es igual a otro», sí subraya la circunstancia de que de todos ellos se extraen lecciones aplicables al resto. Y también, al ser de carácter netamente político, al conflicto existente en Euskal Herria. Como receta principal, reitera que «la solución pasa por un diálogo incluyente e incondicional», sin excepción alguna. «Con reprimir e ignorar a ETA no se va a contribuir a una solución», matiza Corrigan, que estima que tampoco se conseguirá avanzar por medio de la lucha armada.

Hace hincapié igualmente en la necesidad de que «los políticos asuman riesgos y un liderazgo político». Como ejemplo, recuerda el papel que jugó John Hume en el caso del conflicto del norte de Irlanda. Y, en el caso de Euskal Herria, se dirige a los políticos, al Gobierno español y a la organización armada ETA «para que actúen con urgencia»: al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero le conmina a que entable un diálogo político, relance «un nuevo proceso de paz» retirando de esa ecuación «la legislación represiva» y que aborde las raíces del conflicto; a ETA, por su parte, le pide otro alto el fuego.

Al respecto, considera que una ayuda externa «es muchas veces necesaria» y cree que, como en el caso irlandés, «es una contribución positiva, porque pueda ayudar a centrar los esfuerzos». Y, situando la resolución política en perspectiva, afirma que, como en el caso vasco, «todos los procesos de negociación son largos; aunque a veces los alto al fuego se corten o suspendan, al final vuelven de nuevo y hay que volver a insistir. Una mediación externa puede ayudar».

Haciendo un paralelismo con el movimiento en que participó y en que más de un 90% eran mujeres, aplaude con fuerza la creación de Ahotsak en Euskal Herria como movimiento «encaminado a buscar este tipo de diálogo incluyente y sin excepciones». Además, apunta la importancia de que los agentes sociales participen de forma activa en la búsqueda de soluciones. Al respecto, se muestra «optimista» y cree que mediante el diálogo y los compromisos, la resolución también llegará a Euskal Herria.

 

«Por eso es por lo que se les paga a los políticos, ¿No?, para solucionar los problemas»

La premio Nobel de la Paz reiteró a GARA hasta por tres veces la importancia de que también en Euskal Herria los partidos políticos deben asumir el «liderazgo político» en la búsqueda de soluciones al contencioso.

Considera que los políticos deben «asumir riesgos» al respecto, y mediante el diálogo, «hablando con el adversario», llegar a «compromisos». Subraya que ese diálogo debe ser incluyente e incondicional, «sin marginar a nadie». Corrigan lo dice de forma gráfica y, a la vez, tajante: «Por eso es por lo que se les paga a los políticos, ¿no? Para solucionar los problemas». G.M.

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