Mentiría si les dijera que la semana pasada no abusé de mi ración de opio catódica. Tanto es así que pedí cita con el Dr. House. ¡Y me la dio! Tuve la gran suerte de que Hugh Laurie me recibiera y se despidiera de mí dándome un buen bastonazo en la espalda. Lo que normalmente hace con los amigos. La semana pasada comí fútbol, bebí fútbol y, por último, fumé y soñé fútbol. La opción operativa más rentabilizadora de la historia de la televisión. Ahora que la infinita tarta de la publicidad se escora hacia la red e internet, Cuatro ha recobrado un liderazgo económico, en estos finales días de junio, que piensa rematar encerrándose en Iruñea delante de los toros y de San Fermín. La contraprogramación durante la Eurocopa ha sido voraz y feroz. Como el marido de Caperucita. Pero siempre queda una zona visible detrás del lodo de cada pantalla. Mientras que algunas cadenas no sobrestimaban sus posibilidades y se limitaban al dolce far niente, Tele 5, A3 (en algunos momentos) y las dos públicas españolas han enseñado cartuchos para cañones. «Humour and sex no more» ha sido el lema. Dobles y triples sesiones de películas con las majas desnudas del momento. Las de carne enjuta, redondas y voluptuosamente duras. Así, Elsa Pataky, de Ninette y Paz Vega, de Lucía, enseñaban el francés y recibían lecciones de sexo respectivamente al tiempo que las dos contundentísimas selecciones alemanoturca y turcoalemana bailaban en el terreno de juego una danza absoluta y conmovedoramente erótica. No les niego que estaría más dispuesta y abierta a que Bastian Schweinsteiger y Semith Sertuck golearan en mi propia guardameta tantas veces como quisieran, a los planos tipo «la mirada mágica» hechos con hot head libre de la Pataky y la Vega. Ahora que preguntésele a ellos... Seguramente se dejarían golear hasta la muerte súbita.

Por fin ayer acabó todo el poder y toda la gloria. Y el espectador, que también elija. La evasión o la victoria.