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El Ejército mongol toma el control de las calles del centro de Ulan Bator

Después de los incidentes que el martes sacudieron Ulan Bator, la capital de Mongolia, cuando grupos de manifestantes atacaron la sede del Partido Popular Revolucionario Mongol (PPRM), que se atribuyó la victoria en las elecciones del domingo, el Ejército tomó el control de las calles. El presidente decretó el martes por la noche el estado de emergencia, que establece el toque de queda, aplica restricciones en los medios y prohíbe vender alcohol.

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El Ejército mongol patrullaba ayer el centro de Ulan Bator, la capital de este país asiático, al día siguiente de que se registraran violentas manifestaciones que protestaban por la proclamación del Partido Popular Revolucionario Mongol (PPRM, ex comunista) en las elecciones del pasado domingo.

Cinco personas murieron y otras 329 resultaron heridas (221 civiles y 108 policías) en estas manifestaciones, según informó el ministro mongol de Justicia, Tsend Munj-Orgil.

El presidente decretó, el martes por la noche, el estado de emergencia durante cuatro días. Miles de electores se enfrentaron a la Policía después de que el PPRM se proclamara vencedor.

Ayer por la mañana, los incendios se habían apagando, dejando un rastro de escombros y coches calcinados. De la sede del PPRM, un gran edificio de estilo soviético que sirvió de punto de encuentro a los manifestantes, todavía salía humo. Las ventanas estaban destrozadas y las oficinas fueron objeto de pillaje.

Decenas de soldados armados con fusiles vigilaban el lugar, mientras que otros patrullaban por la ciudad, a pie o a bordo de vehículos militares.

El estado de emergencia prevé prohibir especialmente la venta de alcohol y contempla restricciones contra la prensa. Únicamente la televisión nacional está autorizada a emitir. El toque de queda prohíbe circular por el centro de la capital.

El martes por la noche, la Policía disparó balas de caucho y gases lacrimógenos contra un grupo de 8.000 manifestantes. 718 personas fueron detenidas, según el ministro de Justicia.

Entre los edificios que han sido dañados en los disturbios se encuentra el Palacio de la Cultura de Ulan Bator, que alberga galerías de antigüedades y de arte moderno y que resultó parcialmente incendiado y fue objeto de pillaje.

Algunas esculturas de madera, representativas del arte tradicional mongol, fueron destruidas, al igual que un labora- torio de conservación de objetos antiguos, según los responsables del museo. Sin embargo, las piezas más antiguas, algunas de las cuales datan de la época de Gengis Kan, el caudillo que unificó a las tribus mongolas en el siglo XII, no sufrieron ningún daño.

El museo se encuentra cerca de la sede del PPRM, que fue el principal objetivo de las iras de los manifestantes. «Una decena de jóvenes, borrachos, llegaron con gasolina y amenazaron con quemar al vigilante, a quien confundieron con un policía», explicó la directora del museo, Enjtsetseg. La mayoría de los mongoles tienen únicamente nombre, sin apellidos.

Los ex comunistas y sus rivales, denominados Demócratas, se disputan el poder en Mongolia, un inmenso país que cuenta con menos de tres millones de habitantes y que, hasta 1992, fue, durante 70 años, aliado de la URSS.

En las últimas legislativas de 2004, los dos partidos alcanzaron un resultado similar, repartiéndose de hecho el poder mediante una coalición que tuvo que hacer frente a fuertes tensiones, lo que paralizó las reformas que se habían iniciado. En cuatro años, Mongolia ha conocido cuatro primeros ministros.

Sin embargo, la violencia que se desató el martes es algo extraño en este país asiático, por lo que muchos mongoles se vieron sorprendidos.

«Las elecciones no se han celebrado de una manera justa», lamenta Denzin Chuluunbaatar, trabajador social de 45 años. «Los políticos no piensa en el país, sólo en ellos. El nuestro es un país pequeño y no podemos permitir pelearnos. Sería terrible que llegásemos a una guerra civil», añade.

El primer ministro, Sanjaagiin Bayar, del PPRM, ha acusado a los Demócratas de provocar la explosión de violencia al acusar a los ex comunistas de fraude electoral.

Sin embargo, el líder de los Demócratas, Tsajiagiin Elbegdorj, se defendió rechazando categóricamente cualquier clase de responsabilidad en los enfrentamientos. «La violencia no es culpa nuestra. Es culpa del PPRM, que ha comprado estas elecciones. Esto provocó que la gente montara en cólera», declaró Elbegdorj.

El antiguo partido comunista de Mongolia, que dirigió el país asiático desde 1921 a 1996, aseguró el lunes haber obtenido la mayoría en las elecciones parlamentarias, logrando 45 de los 76 escaños que forman el Gran Ural.

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