El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, admitió ayer en el Congreso las «serias dificultades» que atraviesa la economía y su «debilitado crecimiento», aunque descartó la recesión y se resistió a hablar de crisis, lo que le enfrentó a toda la oposición. Insistió en atribuir el deterioro económico a la crisis financiera internacional y al encarecimiento de las materias primas, aunque reconoció que la crisis en la construcción y la mayor necesidad de financiación exterior agravan la situación en el Estado español.