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La energía que mueve a Josu Jon Imaz

El nombramiento de Josu Jon Imaz como presidente de Petronor ha generado reacciones tanto a favor como en contra. Las personas que lo consideran normal argumentan que los estudios en Química de Imaz están relacionados con la actividad de la filial de Repsol. Por el contrario, los detractores consideran que éste es un caso más entre toda esa terna de políticos profesionales que transitan un puente de plata que ellos mismos han construido hasta el sector privado, y que no es el perfil profesional el que ha primado en esta decisión, sino la agenda de contactos que Imaz ha forjado durante su trayectoria política. Algunos, como su predecesor en la presidencia del EBB, Xabier Arzalluz, van más allá y sugieren que el nombramiento de Imaz puede responder a un intercambio de favores. Al considerarlo «un mal ejemplo para la juventud vasca», Arzalluz retoma una de sus antiguas preocupaciones referida a cómo, desde los tiempos en los que Imaz dirigía EGI, las juventudes del PNV se habrían convertido en un caladero de arrivistas en busca de un puesto de trabajo.

Hasta cierto punto, es cierto que el aterrizaje de Imaz en el mundo empresarial ha sido más cuidado y elegante que el de sus colegas Ardanza, Aznar o Zaplana, o incluso que el realizado recientemente en sentido opuesto por el ex director general de EiTB y nuevo presidente del BBB, Andoni Ortuzar. Sus estudios tienen relación con la empresa a la que va -aunque no con la función que va a desempeñar-, se ha tomado un tiempo antes de dar el salto al sector privado y durante ese tiempo ha escrito artículos sobre el tema energético.

Pero este caso se enmarca en un modus operandi habitual en la política institucional y profesional. No sólo en el Estado español -ahí está, entre otros muchos, el caso de Gerhard Schroeder y Gazprom-, aunque en este entorno cuenta con una tradición destacable por obscena y común. Además, en este caso hay otras cuestiones a valorar, como el proyecto de Petronor en Muskiz o el perfil político de Imaz. Lo que está fuera de debate es que ésta es, sobre todo, una manera de hacer dinero, no de hacer país.

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