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«La locomotora del PSE» envía al alcalde de Zumarraga a otro vagón institucional: la FEVE de Madrid

La tercera legislatura de Antón Arbulu (PSE) al frente del Consistorio de Zumarraga ha finalizado antes de tiempo. El alcalde presentó ayer una re- nuncia que días atrás ya confirmó a GARA: «Hay personas que han pensado que mi labor en Zumarraga está cubierta y que debo desarrollar otras». En este caso, en la FEVE, del Ministerio de Fomento.

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Gari MUJIKA

Es curioso que la locomotora del PSE haya arrollado en Urretxu y Zumarraga a aquellos que defienden el diálogo; siento pena porque aquella mujer valiente, impulsora de Ahotsak, se vea ahora dedicada a labores inquisitoriales, aliándose con los que te han estado señalando [el PNV] por pactar con la izquierda abertzale», afirmó el alcalde de Urretxu, Iñaki Zabala, dirigiéndose a Gemma Zabaleta (PSE) en el pleno del día 5, cuyo debate giró sobre la «moción ética».

Zabala, en aquella sesión extraordinaria, dio una pista sobre el devenir de la política municipal de Zumarraga. Para entonces, en esta localidad ya eran muchas las voces que apuntaban a una salida de la Alcaldía de Antón Arbulu, precisamente promovida y forzada por representantes y concejales que componen la dirección de la Junta de Urretxu-Zumarraga del PSE. Ayer, en un pleno extraordinario, se confirmó la noticia.

En el contexto de los debates sobre las llamadas «mociones éticas» -en Urretxu, el alcalde indicó que la primera víctima ha si- do el pueblo, por el abrupto punto final impuesto por el PSE en materia de pactos-, GARA tuvo conocimiento hace ya unas semanas de las tensas relaciones de Arbulu con el resto de ediles de su partido, en gran medida por la posición del hasta ayer alcalde de Zumarraga de mantener unas relaciones normalizadas con la izquierda abertzale, cuyos dos cargos electos, ilegalizados por los tribunales españoles, participan en las comisiones y en las sesiones municipales.

Por «una vida municipal normalizada»

«Ya he estado tres legislaturas y creo que es importante y necesario que gente joven con nueva savia se pueda incorporar al Ayuntamiento», fue lo que respondió el primer edil de Zumarraga cuando este diario contactó con él para contrastar la información, al tiempo que evitaba unir una hipotética salida del Consistorio, que el tiempo ha confirmado, con la existencia de desavenencias internas. «Voltaire decía que `más importante que defender nuestras ideas, es luchar para que el prójimo pueda defender las suyas'. Yo deseo que haya una vida municipal normalizada. Personalmente, hubiera preferido que todas las opciones políticas hubiesen podido participar libremente [en las elecciones] y haber accedido a la representatividad que les corresponde. En Urretxu sí, en Legazpi sí, pero en Zumarraga no ha sido posible. Es un hecho a lamentar», manifestó, a la vez que explicaba con tranquilidad que los dos electos de la izquierda abertzale participaban en las comisiones y los plenos municipales que él mismo dirigía hasta ahora.

Enfrentamientos verbales a gritos, desaires y desencuentros en actos oficiales, o decacuerdos públicos en temas municipales. Hechos que, según ha podido saber este diario, eran repetidos en Zumarraga entre el alcalde y concejales de su propio partido. En especial, con el teniente de alcalde, Mikel Serrano, que se perfila como nuevo alcalde y forma parte del sector de la Junta local del PSE que «se ha enfrentado» a Arbulu. «Presiones» que éste habría recibido en gran medida por su disposición a mantener relaciones normalizadas con cargos e instituciones comarcales dirigidas por independentistas.

«He sido invitado a dejar la Alcaldía de Zumarraga». Se trata de una frase que, semanas atrás, habría llegado a expresar en público el ya ex alcalde. A GARA únicamente le indicó que «hay personas que han pensado que mi labor en Zumarraga está cubierta y que ahora debo desarrollar otras».

Aunque aún no está realizado el nombramiento de forma oficial, Antón Arbulu pasará a formar parte de algún órgano directivo en FEVE (Ferrocarriles de Vía Estrecha). Ese hecho, ya conocido hace semanas, no varió su posición: «No quiere decir que me vaya de Zumarraga, sino que seguiré con la vocación de servir a mis vecinos y vecinas, como hasta ahora». Las fuentes consultadas por este diario, de hecho, apuntan a la posibilidad de que mantenga un sillón en el Consistorio como concejal.

Mientras tanto, representantes del partido del ex primer edil cuentan ya con una propuesta de modificación del Reglamento Municipal por el que pretenden restringir la participación ciudadana en la vida municipal y, de forma más directa y concreta, la de la izquierda abertzale en las instituciones. Aprovechando el cambio de alcalde y sin pretensiones de «normalizar la vida municipal», el PSE persigue, entre otras cosas, que los plenos se realicen a primera hora de la mañana o que para presentar alguna moción deba ser aceptada antes por una Junta en la que, obviamente, no estará la izquier-da abertzale.

 

Dos electos con el veto impuesto y un futuro primer edil «foráneo» y sin el apoyo ciudadano para el cargo

Una vez confirmado que Antón Arbulu abandona la Alcaldía, en Zumarraga puede darse una paradoja. Por un lado, dos de las personas que, a pesar del veto impuesto por los tribunales españoles, fueron elegidos por sus convecinos el 27 de mayo de 2007 para ser concejales no podrán participar en la vida municipal; y, por otro, el ex edil de Urretxu Mikel Serrano se convertirá presumiblemente en primer edil -desde ayer es alcalde en funciones- sin que haya sido elegido en las urnas por los ciudadanos para el cargo. G. M.

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