Jon Odriozola Periodista
¡Esto es España, estúpido!
En el Mundial de Fútbol de 1930 los Estados Unidos quedaron en tercer lugar. ¡Cómo! ¡Pero si lo más redondo que han visto en su vida es una onza de chocolate! La clave fue que contaban en sus filas con unos cuantos jugadores escoceses recién nacionalizados
A «Salu»
Escribo estas líneas cuando España se ha clasificado -jugando muy bien, por cierto- para dirimir la final de la Eurocopa. Me entró frenesí y quise rehabilitarme como periodista. Agarré un viejo magnetofón que me regaló una antigua novia y salí de mi torre de marfil a preguntar a los ciudadanos.
Perdone, señor, ¿quién cree que ganará la final y tal? España, pero será duro. ¿Como cuánto de duro? Muy duro, son alemanes, ya sabe. No, no lo sé. ¿Qué debo saber? ¡Pues que son alemanes! O sea, que el partido será durísimo. Sí, y la final durísima. Pero usted dijo al principio duro y ahora durísima, en femenino, ¿en qué quedamos? Aquí hay un error gramatical. ¡A que te doy dos ostias! Sírvase, milord.
Se ve que estaba desentrenado y me tomaban por majara, de modo que me dediqué no a la poesía, sino a la filosofía, menudo soy yo. Estaba yo enfrascado (es decir, dándole al frasco) con el mito de la caverna de Platón, que siempre me fascinó, cuando el mayor filósofo de las Expañas arruinó mi nueva vocación. Me refiero al aguerrido y hormonal Manolo el del Bombo. Preguntado por un tribulete profesional sobre qué iba a pasar en la final, respondió: «¡A por ellos! ¡Podemos! ¡Yo soy español! ¡Que viva España!». Luego de oír reflexión tan profunda, entonces sí, me dediqué a la lírica.
Recordé lo que decía el gran Rafa Castellano a cuenta del Mundial de Fútbol de 1982 celebrado en el Estado español. El combinado estatal estaba integrado mayormente por jugadores vascos, sobre todo de la Real. Rafa decía: si España gana, ganarán los españoles, y si hace el ridículo (como hizo), la culpa será de los vascos». En la España que ganó a Rusia había varios jugadores catalanes que, por presión o interés (todos no son como Oleguer, de quien ya nadie se acuerda), tienen que tragar con lo que hay. En el Mundial de Fútbol de 1930 (que ganó Uruguay), los Estados Unidos quedaron en tercer lugar. ¡Cómo! ¡Pero si lo más redondo que han visto en su vida es una onza de chocolate! La clave fue que contaban en sus filas con unos cuantos jugadores escoceses recién nacionalizados, como refiere Eduardo Galeano en su «Fútbol a sol y sombra». Puyol, Cesc, Xabi no son escoceses: son españoles.
No voy a extenderme en la demencia mediática que, o bien es idiota (muy dudoso) o trata a su público como tal (muy probable). Tratan a la gente como si fueran tarados o intentan lobotomizarla estos hooligans de mierda.
Daré mi opinión. Radical, ciertamente. Y puede que hasta senil. Lo que haga España (cuando el lector lea esto ya sabrá el resultado) me da igual, no me pone la piel de gallina, no siento nada, pero prefiero que pierda contra Alemania. Y no por la brasa que tendremos que aguantar. Lo deseo desde una nación oprimida frente a otra opresora. Hablo de sus gobiernos, no de su pueblo a quien estimo y amo. Cuando Euskal Herria sea independiente (libre sólo lo será con el socialismo), querré lo mejor para el país vecino. Si gana España y Manolo Lama lee esto, me dirá: «jódete, cabrón». No hay separatismos, hay separadores.