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«Un novio para Yasmina» reflexiona con humor sobre la integración

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K. ALMAGIA | BILBO

Yasmina llega de Marruecos a un pueblo de Cáceres persiguiendo un sueño de libertad, pero se topa con las trabas habituales: no tiene papeles, no le convalidan la carrera y sólo conseguirá la residencia si consigue casarse. Para ello contará con la ayuda de los voluntarios de una pequeña asociación. Así arranca «Un novio para Yasmina», el debut en el largometraje de Irene Cardona, quien, tras estudiar cine en la Escuela de San Antonio de los Baños (Cuba), llevó a cabo algunos cortometrajes y documentales.

Cardona, que presentó ayer su película en Bilbo, explicó a GARA que decidió abordar este tema porque era una realidad que ella había sentido muy cercana. «Yo he vivido muchos años en Navalmoral de la Mata, un pueblo de Cáceres al que ha llegado mucha gente procedente de Marruecos. Mi madre lleva una asociación de apoyo a inmigrantes allí y yo me inspiré en ese mundo para escribir la película».

«Un novio para Yasmina» reflexiona sobre las difultades con que tropieza uno a la hora de confiar en el otro, sobre todo si es de diferente origen: «Parece que ser confiado es ser ingenuo, cuando no tiene por qué ser así. Ser confiado es un síntoma de fortaleza, porque es una manera de atreverse, de creer en la gente». La falta de confianza se da también entre los propios inmigrantes. «Quería reflejar en la película esa realidad: que las diferencias no s0n sólo entre emigrantes y españoles. También entre ellos hay choques e incomprensión, como lo hay entre los propios españoles». De hecho, Cardona se ha preocupado mucho de «hablar de individuos, no de representantes de grupos étnicos o sociales. He trabajado por la singularidad de cada personaje». Y, aunque nunca pensó que iba a hacer comedia, rodando esta película ha descubierto que el género es «un buen medio para revelar cosas».

«A mí no me interesa el humor evasivo, sino el que está anclado en la realidad. La comedia no es sólo el humor, es tratar temas a pequeña escala, historias a pie de calle. De hecho, la acción social que se desarrolla es muy de andar por casa, pero esa lucha vecinal es tan importante como la otra».

«El destino del ser humano es trágico por naturaleza», dice uno de los personajes al comienzo de la película. «Lo suscribo, pero no hay que quedarse sólo en lo absurdo de la existencia, hay que luchar por hacer ese mundo mejor de lo que es», señala esta realizadora.

Sanna Alaoui, una actriz muy conocida en Marruecos que no sabía una palabra de castellano antes de empezar a rodar, es Yasmina. «Puse mucho empeño en el casting, porque en una película de personajes dar con los actores adecuados es fundamental». «Fue un rodaje intenso y caluroso. Se hablaba francés, árabe, polaco... Ella es fabulosa, tiene una capacidad asombrosa».

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