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Xabier Isasi Balanzategi Presidente de Gaindegia

La brecha del Bidasoa

La brecha del Bidasoa, desde un punto de vista objetivo, es un factor estructural de la crisis que sufre Iparralde y, a su vez, un límite para el desarrollo económico y social de Hegoalde

Entre las fronteras que limitan la República de Francia, la que discurre a lo largo del Bidasoa es, probablemente, la que más divide a los ciudadanos que viven a un lado y otro de la muga. El declive del contrabando local y la actividad aduanera han convertido el entorno de la muga en un punto de tránsito intensivo de mercancías por carretera que apenas reporta beneficios al desarrollo local y, por contra, produce graves desequilibrios en el territorio. Lo que sucede en esta frontera, es obvio, va en dirección contraria al proceso de construcción europea. En muchos casos, la paulatina desaparición de las fronteras en la Unión Europea ha contribuido a la creación de zonas de desarrollo socio-económico nuevas. En la frontera del Bidasoa no. Las relaciones transfronterizas apenas se han desarrollado, y los problemas comunes a un lado y otro de la muga siguen sin resolverse.

La brecha del Bidasoa resulta cada vez más insoportable. No es posible un desarrollo sostenible sin tener en cuenta que los territorios de Euskal Herria están interconectados y se necesitan unos a otros. Iparralde sufre desde hace años un éxodo de jóvenes que no encuentran en su tierra ni la formación ni el trabajo que desean. Se van. Los datos aportados por el Consejo de Desarrollo no dejan lugar a dudas: el 61% de los alumnos que finalizan el bachillerato abandona Iparralde para continuar con sus estudios. Son jóvenes que quieren vivir en Euskal Herria pero se tienen que ir a estudiar y trabajar a Francia. El mercado de trabajo de Iparralde no responde ni a las necesidades ni a las expectativas de la mayoría los jóvenes vascos. Parte del problema es que los jóvenes de Iparralde no conocen las posibilidades que tienen al otro lado de la frontera, a pocos kilómetros de su casa, tanto para completar su formación como para encontrar un puesto de trabajo que responda a sus actividades.

El flujo de mercancías crece, los problemas de infraestructuras viarias y de gestión del territorio se multiplican y, paradójicamente, la movilidad transfronteriza no aumenta. Ni los del sur del Bidasoa conocemos la realidad de Iparralde ni lo jóvenes de Iparralde conocen las posibilidades que se les ofrece a este lado de la muga. La indolencia de los Estados y las administraciones públicas, a un lado y otro, está impidiendo el desarrollo social y económico de una zona que es crucial para el futuro de Euskal Herria. Para los vascos continentales es más fácil llegar a Burdeos que a Tolosa, en parte, por las pésimas infraestructuras que existen entre Iparralde y Hegoalde, pero también por la distancia psicológica que nos separa, producto de un profundo desconocimiento mutuo.

El potente desarrollo económico y social que hemos conocido en los últimos años en Hegoalde apenas se ha notado en Iparralde. Sufrimos los mismos problemas pero no compartimos las soluciones. Sufrimos problemas de infraestructuras, de especulación sobre el territorio, de servicios sanitarios y sociales, de inmigración, de emigración de jóvenes, de gestión de residuos, de carencia de recursos educativos y tecnológicos, de falta de mercado para nuestros productos, de envejecimiento de la población, de declive del mundo rural, del euskara y la cultura vasca. Y las soluciones, cuando las hay, acaban siempre en la muga. Es decir, son parciales y limitadas.

Que los jóvenes de Iparralde se vean abocados al exilio económico en Francia es producto de la orientación y los recursos que el sistema educativo francés impone. Sí, pero también es responsabilidad nuestra, producto de la falta de interés y esfuerzo por parte de las instituciones y agentes económicos y sociales de Hegoalde en fomentar nuestra oferta educativa y laboral. En definitiva, en este ámbito han faltado iniciativas con visión de país. Pero es posible superarlo. Existen recursos y procedimientos para fomentar el conocimiento mutuo y colaborar en la resolución de los problemas comunes que nos afectan a todos. La brecha del Bidasoa, desde un punto de vista objetivo, es un factor estructural de la crisis que sufre Iparralde y, a su vez, un límite para el desarrollo económico y social de Hegoalde. Cerrar la brecha del Bidasoa beneficia, en primer lugar, el desarrollo económico y social de Iparralde, contribuye a paliar el éxodo de jóvenes, favorece el desarrollo de la cultura vasca y el euskara y, además, fomenta el intercambio entre culturas y la movilidad de las personas. Si es bueno para Iparralde también lo es para Hegoalde, para afrontar de una forma más equilibrada los graves problemas estructurales que tenemos en torno a la muga. Euskal Herria, por razones geográficas, culturales y lingüísticas, pero también por razones económicas y sociales, es, naturalmente, un núcleo de desarrollo y reúne todas las condiciones necesarias para ser un núcleo de desarrollo sostenible. Pero el desarrollo sostenible es difícil de conseguir si se mantiene una partición artificial de los territorios que comparten intereses y problemas. La brecha del Bidasoa es perjudicial para todos.

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