La cueva cántabra de Altamira, uno de los máximos exponentes del arte rupestre europeo del Paleolítico (antes de que la agricultura llegara al continente) fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985. Desde 1998, la Unesco ya tenía constancia del interés por ampliar esa catalogación al conjunto de ricas pinturas parietales que esconden desde hace más de 11.000 años otras grutas de Asturias, Cantabria, Bizkaia y Gipuzkoa. Pero este organismo sólo concede dicho estatus a una treintena de bienes culturales cada año. En 2007, esta candidatura fue rechazada. Ahora, en Quebec, se ha hecho justicia y las cavidades de Santimamiñe, Ekain y Altxerri acompañan desde este lunes al Puente colgante de Bizkaia en la lista de conjuntos culturales y naturales patrimonio de todas y todos.

¿Qué singularidad albergan estas tres cuevas dentro de las que conforman esa «ampliación» de Altamira? Como explica a GARA el doctor de Prehistoria de la UPV-EHU y actualmente asesor del Gobierno cántabro, Marcos García, «Altamira, por ejemplo, destaca por sus espectaculares bisontes de hace unos 12.500 años, pero el arte paleolítico tiene unos 25.000 años de duración. El caso de las tres cavidades vascas vienen a completar el espacio entre hace 14.000 y 12.000 años».

No son todas las que están, pero sí las más representativas, según aclara este reconocido experto del rupestre paleolítico. «La propia Unesco te `obliga' a reducir al máximo los elementos cuando se trata de candidaturas de este tipo, porque si quisieses incluir la mayoría de cuevas, estaría condenada al fracasdo. Al País Vasco, por ser la que menos cuevas alberga, le correspondían en principio dos, pero Jean Clottes, que en nombre de la Unesco visitó el verano pasado la zona, decidió también incluir Altxerri. Aunque la elección de estas tres pueda gustar más o menos, yo pienso que es la correcta».

Como se constata, la lista de la Unesco no escapa a la división política territorial, de ahí que en lugar de tener en cuenta todo el conjunto paleolítico que va desde la región aquitana de Dordoña hasta Asturias, y se integre, por ejemplo, a la de Isturitze, en Nafarroa Behera, sólo se postulan las incluidas en el Estado español. Y por esas mismas razones descuelgan a la de Otsozelaia, próxima a Isturitze, pobladas ambas hace 50.000 años.

También se quedan al margen de este reconocimiento representantes del arte rupestre paleolítico en suelo vasco como Venta Laperra (Karrantza), Arenaza (Galdamiz), Alkerdi (Nafarroa Garaia) o Etxeberriko Karbia, Sasiziloaga y Sinhikole (Zuberoa).

El pasado verano, el comisionado por la Unesco Jean Clottes -el mismo que acaba de redactar un informe en defensa de las cuevas de Praileaitz, también con restos de arte paleolítico-, acudió personalmente a Ekain y Santimamiñe y recibió información sobre Altxerri. Sus impresiones habrán resultado valiosas para situar a estas tres grutas en primera línea del reconocimiento cultural mundial.

Cerradas al público

Al igual que se esperaba que su inclusión en la Lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad, en 2006, fuera para el puente que une Portugalete y Areeta un espaldarazo turístico, otro tanto se confía con la catalogación de estas cuevas. Pero el problema concreto en este caso es que la presencia de visitantes las dañaría, como ocurrió en Santimamiñe, y por ello se encuentran vetadas al público.

En el caso de la vizcaina, tras años cerrada, desde marzo pasado se puede visionar una réplica en 3D en la ermita del mismo lugar, en Kortezubi.

En cuanto a Ekain, a juicio de los expertos la más representativa de las tres en cuanto a la riqueza de sus pinturas, el viceconsejero de Cultura, Juventud y Deportes de Lakua, Gurutz Larrañaga, presente en Quebec, anunció ayer que su replica será abierta a las visitas en setiembre próximo, lo que, unido a su nueva catalogación internacional, puede situarla como uno de los principales atractivos turísticos de Gipuzkoa.

Esta representación está llamada a ser una de las más logradas del mundo -su diseñador es el mismo que forjó la «copia» de las de Lascaux- y la veremos a partir de setiembre si no vuelve a acumular nuevos retrasos. Primero se anunció para primavera de 2007; ni siquiera estará abierta este verano... ¿Será la decisión de la Unesco el empujón definitivo que necesitaba?

Características muy distintas

Santimamiñe, Ekain y Altxerri son tres cavidades con peculiaridades muy distintas. La de Urdaibai es la peor conservada de las tres y la que antes fue descubierta, en 1916. Precisamente, que estuviera abierta al público desde su descubrimiento y el masivo tránsito de visitantes fue lo que aceleró su deterioro. Felizmente, parece que los trabajos de recuperación han dado los frutos esperados.

Datadas en el Magdaleniense medio, etapa ulterior del Paleolítico, fueron descubiertas en 1916 por J.F. Bengoetxea. En el grupo pictórico más importante, situado en una pequeña cámara casi circular, destaca un panel en el que seis bisontes rodean a un caballo. En una antecámara hay figuras incompletas de caballos y bisontes. En total son unas 50 figuras, la mayor parte, pinturas.

El caso del yacimiento de Aia es más extremo. «Altxerri es una cueva de características distintas, más inestable. Es casi un milagro que se haya conservado hasta nuestros días y sus visitas son muy limitadas, incluso para la comunidad científica», destacan fuentes institucionales.

Por último, Ekain, descubierta en 1969 por A. Albizuri y R. Rezabal, es la más famosa de las cuevas guipuzcoanas. Contiene un centenar de pinturas de caballos y bisontes, y también figuras menos frecuentes como osos y salmones. La joya de la cavidad es, en cualquier caso, el panel de caballos.

En general, todo el Paleolítico vasco nos ha legado abundantes restos que nos permiten estudiarlo en profundidad y que forman parte de ese «nacimiento del arte» cuya Capilla Sixtina son las cuevas de Lascaux, hoy amenazadas por la invasión de un hongo.

Las grutas de Euskal Herria se encuentran en el corazón del área fundamental de creación artística parietal del Paleolítico superior, que se extiende por Aquitania, el Ariège occitano y la región cantábrica. Hoy en día conocemos santuarios paleolíticos muy alejados de esta área, incluso hasta en los montes Urales, pero la zona mencionada sigue siendo, con mucho, la más rica y esplendorosa en estas manifestaciones artísticas que nos legaron nuestros antepasados.