Nuevos enfrentamientos entre grupos rivales chiítas y sunitas en Trípoli, al norte de Líbano, causaron ayer la muerte de al menos diez personas y heridas a medio centenar, mientras que la división en torno al reparto de carteras está impidiendo la formación de un Gobierno de unidad en el país.

Los choques tuvieron lugar en la calle principal que divide los barrios sunita y antisirio de Bab al-Tebbaneh y el alauí y partidario de Hizbulah de Jabal Mohsen, y comenzaron el martes después de que se lanzaran cuatro granadas. Las unidades del Ejército desplegadas en la zona desde finales de junio se vieron atrapadas entre dos fuegos e incapaces de intervenir.

Algunos habitantes de Bab al-Tebbaneh abandonaron sus hogares y las escuelas y comercios cerraron, al tiempo que las principales vías de comunicación permanecían bloqueadas debido a la presencia de francotiradores, incluida la autopista que conecta Trípoli con la región de Akkar (nordeste) y la frontera siria.

Tras una reunión en la residencia de un responsable religioso, Mufti Cheick Malek al-Chaar, responsables políticos y de seguridad incidieron en la «necesidad de una vuelta a la calma» y añadieron que «un parte -sin mencionarla- se dedica a sembrar la discordia».

En el encuentro no participaron representantes de Jabal Mohsen. El Partido Árabe Democrático, que representa a los alauítas, acusó a una tercera parte de estar detrás de los enfrentamientos y pidió la intervención del Ejército.

Los nuevos choques, que hacen temer una nueva guerra civil en el país, estallaron mientras continúan las consultas para la formación de un Gobierno de unidad nacional, previsto en el acuerdo firmado en Doha y cuya principal dificultad estriba en el reparto de carteras. El gabinete contará con 30 ministros: 16 para la mayoría, 11 para la oposición y tres nombrados por el presidente en base a su neutralidad.