Raimundo Fitero
De las series
Cuando se escucha a los autores de novelas, o a los guionistas de ficciones audiovisuales, explicarse sobre su metodología de trabajo, en la mayoría de las ocasiones hablan de un acopio de documentación, de un trabajo de investigación para poder dotar de verosimilitud a sus argumentos, a sus tramas, a sus ficciones. El trabajo de los documentalistas es fundamental, y en los créditos aparecen en igualdad de tamaña que otros oficios. Por eso, cundo se ven series buenas, consistentes, que tratan asuntos de cierta relevancia, especialmente los dedicados a la vida y la muerte, o sea, las series de médicos, o la de policías, los casos tratados, sus resoluciones, tienen un valor que en demasiadas ocasiones vienen o de casos verídicos a los que se les da un tratamiento especial para camuflar las circunstancias identificadoras de los protagonistas reales, o que se basan en asuntos comprobados científicamente. Es decir, no se puede decir en una serie que se cura un cáncer con ácido acetil salicílico, por ejemplo.
En demasiadas ocasiones, dudamos sobre la posibilidad de que lo que sucede en una serie pueda suceder en la vida real. Sin ir más lejos, el arranque de la serie de policías «Life», en la que un agente se pasa varios años en prisión convicto de unos asesinatos que después queda claro que era un montaje y sale de la cárcel multimillonario pero sigue en el cuerpo es una visión un tanto romántica. Lo que no es son las intrigas internas, las mentiras, la corrupción existente en las comisarías, algo que cada noticiario nos lo demuestra con todas las tramas existentes en cuartelilloss, penales y demás lugares donde la droga está en alza.
Pero lo más curioso ha sucedido estos días a un suicida que copió un capítulo del «CSI Las Vegas», y acuciado por lasa deudas, hizo ver que su suicidio era un robo con homicidio atando a la pistola que le quitó la vida unos globos para que una vez disparada la bala desapareciera, lejos del cadáver. Esto pasó en la ficción y ahora se ha imitado, pero un poco chapuceramente ya que fue descubierto. La diferencia entre suicidio y homicidio, eran trescientos mil dólares del seguro. Aprendemos de las series. ¿O es al revés?