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El Tour se decide en los Alpes

El día en el que Italia se vistió de amarillo y el Tour sintió la esencia ciclista

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Joseba ITURRIA | PRATO NEVOSO

La entrada del Tour en Italia permitió sentir que este deporte sigue vivo por la afición que lo mueve. Fue espectacular recorrer los últimos kilómetros de la etapa de ayer por unos pueblos italianos engalanados de amarillo, con cantidad de globos y banderolas, para recibir el Tour. Alguno para saludarlo hasta colgó la bicicleta de su tío en una pancarta que lo explicaba en el balcón de su casa.

Pero lo que más llamaba la atención eran los millares de cicloturistas de todas las edades y condiciones que ascendieron el puerto de Prato Nevoso en una demostración de que el ciclismo en Italia sabe distinto. Cualquiera que sorteaba en los últimos kilómetros la infinidad de bicicletas de todo tipo que encontraba por el camino entendía por qué la afición del ciclismo en Italia es diferente a la de otros países. En el resto de los finales de etapa se ve infinidad de personas que esperan la llegada del Tour sentados al lado de su coche, salvo en las etapas de los Pirineos con los aficionados vascos. Pero la gran mayoría que acudió a Prato Nevoso lo hizo en su bicicleta.

Así se veían familias enteras que subían y cantidad de mujeres de más de cuarenta años que en muchos casos iban con bicicletas de montaña y con indumentaria de calle. Los hombres sí acudían en su mayoría con sus mochilas y con sus bicicletas de carretera, que se amontonaban en el borde de la ruta con una densidad que aumentaba conforme se acercaba la cima.

Los holandeses del Euskaltel

En ella, repleta de aficionados, llamaba la atención una cuadrilla de cicloturistas que había subido el puerto con el maillot del Euskaltel. Uno se acercó a saludarlos en euskera, pero no... Martijn, el único que sabía castellano del grupo, explicó que lo formaban ocho aficionados holandeses que se han acercado a los Alpes para ver el Tour ayer en Prato Nevoso, mañana en el techo de la Bonette Rostefond y pasado en Alpe d'Huez. «La montaña holandesa», aclaraba por si había dudas.

El portavoz del grupo explicaba que «hemos venido con este maillot para animar a los ciclistas vascos, a Astarloza, Zubeldia y a Egoi Martínez y a Arrieta, que van escapados. A ver si ganan hoy». Y ¿por qué a los vascos y no a los holandeses? Era la pregunta lógica.

«Porque no tenemos a muy buenos corredores holandeses y a nosotros nos gustan los vascos. El año pasado fuimos al Aubisque y allí coincidimos con cantidad de vascos de todas las edades, los había de más de setenta años. Estuvimos toda la noche de fiesta con ellos y establecimos una gran relación. Allí mismo compramos estos trajes del Euskaltel y venimos con ellos a animar a sus ciclistas».

Martijn explica que viven en Marhelo, situado en la zona este de Holanda, y que son seguidores del Twente, «que este año se ha clasificado para la Liga de Campeones. En ese equipo jugó Sander Westerveld, que fue portero de la Real. Yo fui a estudiar a Zaragoza y desde allí me fui a Iruñea y a Donostia de fiesta y estuve una vez en Anoeta para ver a la Real jugar contra el Deportivo de Makaay cuando se jugaba el título de Liga. Era uno de los últimos partidos, no pudo ganar y la Liga fue para el Real Madrid. Una pena».

Hablan maravillas de Donostia, que es la ciudad que dos de ellos conocen, y de los vascos. Y esperan volver a acudir otro año a Pirineos para reunirse con ellos con un naranja que para los ocho tiene un doble significado al ser el color de los representantes de su país... y de los vascos.

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