Un pacto de Estado saludable
El anuncio de que el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder del único partido de peso en la oposición, Mariano Rajoy, han recuperado el espíritu de un pacto de Estado contra el independentismo vasco -o quizá hubiera que añadir que contra cualquier intento de supervivencia de Euskal Herria- tuvo ayer el prólogo en la noticia de que la Audiencia Nacional ha citado a declarar para el próximo mes de setiembre a más de una treintena de militantes de la izquierda abertzale, a los que imputa en el sumario que se sigue contra EHAK. Se anuncian, por lo tanto, nuevos saltos represivos. El Gobierno, el PP, el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional preparan para la vuelta de agosto un nuevo asalto para ilegalizar cualquier opción política de la izquierda independentista y para encarcelar a quien quiera que trate de mantener una actividad política en este sector social.
En este contexto, ¿cómo se puede saludar el pacto de Estado entre PSOE y PP? No conviene engañarse. La estrategia represiva que se viene manteniendo desde la pasada legislatura y se anuncia que continuará a futuro la piensa llevar adelante el Ejecutivo de Zapatero y Rubalcaba con o sin el concurso del partido de Mariano Rajoy. Y seguirá, además, con el consentimiento del PNV. Por ese lado, no habrá cambios. A lo sumo, las prácticas consensuadas podrían amortiguar esa especie de subasta por ver quién es más duro en la que en ocasiones entraban el PP y el PSOE espoleados por los medios de comunicación más extremistas.
Pero cuando vuelva a evidenciarse que la estrategia represiva incrementará el sufrimiento del amplio espectro social abertzale pero no conseguirá poner fin al conflicto, no estará de más que PSOE y PP hayan dejado de hacer de esta materia uno de sus principales elementos de confrontación electoral. Uno de los puntos del acuerdo político ratificado entre el Gobierno español y ETA en noviembre de 2005 y que Zapatero nunca cumplió fue el de «lograr un pacto de Estado» que permitiera desarrollar dicho acuerdo. Pueden ir ensayando para cuando toque volver al diálogo.