Raimundo Fitero
Cuarto menguante
La luna se va aposentando en sus espacios de agosto. Un vacío se ocupa con un sobresalto. Existe una fábrica de presentadoras de telediarios. O al menos una escuela de peinados, de maquillaje. No identifico a más de dos o tres, pero todas me recuerdan a alguien. A algo. Detrás del 3 va el cuatro y por delante el dos. Se sigue un orden, una cadencia. En los noticiarios se nos contenta con tres noticias de diseño, cuarenta y seis anécdotas de los sucesos menores y un riego por goteo de acontecimientos deportivos.
Por eso la luna no vino a la fragua. La luna le está ahora mismo bailando a Estelle Getty, una venerable anciana que nos hizo reír tanto en aquella magnífica serie crepuscular que de manera inusitada nos hizo rejuvenecer. «Las chicas de oro». Un prodigio de guiones, un canto a la inteligencia, a la libertad, a la rabieta y un muestrario de magníficas interpretaciones. Se nos ha ido la más pizpireta, la que tenía más edad, una mujer que llegó casi de casualidad a la actuación con cerca de cincuenta años, pero que en los tiempos de su extrema madurez transmitió un personaje identitario de una manera ejemplar, rotunda, trascendente. Una vieja sin complejos. Así seríamos todos si no dependiéramos del precio del crudo.
Hacia una jubilación accidentada marcha Fernando Argenta, el que lleva décadas en al radio con «Clásicos populares», y algún quinquenio en la tele con «El Conciertazo», un programa de divulgación musical para niños y niñas. Parece que la decisión de apuntarse a la jubilación anticipada la tomó después de un altercado con los miembros de la Orquesta en los previos de una grabación de su programa televisivo. Como sucede tantas veces, nada es tan bonito como parece, y este hombre con capacidad didáctica, debe tener un carácter difícil de conciliar. Ahora, claro, le sacan los colores, y parece que tiene algunos derechos sobre el programa de radio que deberían ser de RTVE, y algo que siempre nos ha fascinado, la inmensa mayoría de las grabaciones orquestales que ofrecía en su programa de radio estaban dirigidas por su padre, Ataúlfo Argenta, con lo que algo de porcentaje le llegaba. Estamos en cuarto menguante. Y eso se nota.