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Gloria Rekarte Ex presa política

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Aunque frente a aquellas 900.000 víctimas, las 20.00 de Karadzic o las 4 por las que se ha juzgado a Menéndez parezcan un chiste malo, nadie ha tenido que salir corriendo, dejándose crecer las barbas y calzando chancletas. Nadie se ha visto reclamado por Garzón

La justicia está de enhorabuena. El general Luciano Benjamín Menéndez, torturador y asesino, acaba de ser condenado por crímenes de lesa humanidad. Durante la dictadura militar argentina Menéndez gustaba de supervisar personalmente las torturas y ejecuciones y, personalmente también, se ocupó de sustraer los hijos de aquellos a los que arrebataba la vida. El juez Garzón solicitó su detención y todo. La condena le llega -a los 81 años y después de una vida regalada al amparo de la Ley de Punto Final- por el secuestro, tortura, asesinato y desaparición de cuatro jóvenes. Una cadena perpetua que le obligará a permanecer en prisión hasta pasado mañana, cuando digan que se ha puesto malito, o depre, y por humanidad se exija su liberación. Se despachó a gusto en el banquillo recordando lo necesario de su labor por la patria. Los terroristas, por supuesto eran los otros. No sé si esto les suena de algo. Menéndez, metido a fundador, había creado un partido fascista llamado Nuevo Orden Republicano.

Al otro lado del mundo, el recién estrenado Gobierno serbio llama a las puertas de Europa con una muestra de sus mejores propósitos: la entrega de Radovan Karadzic, «el carnicero de Sarajevo», criminal de guerra. Mientras la Unión Europea, que ahora toca las castañuelas y se felicita por la entrega, permanecía impávida y ajena a lo que ocurría en unas tierras en las que no había un triste barril de petróleo que rebañar, Karadzic aportaba a la limpieza étnica la de 12.000 personas en Sarajevo, 8.000 en Srebrenica, miles de desaparecidos y la violación sistemática de mujeres bosnias. Karadzic, metido a asesor de vidas sanas y poeta como Nerón, lucía identidad falsa y look de santón hindú.

Tarde o temprano, la justicia siempre actúa, ¡uy! pues buena es la justicia para estas cosas. En el Estado español no se le ha visto actuar porque esas cosas -crímenes de lesa humanidad, criminales de guerra, carniceros, genocidio...- no se han usado. Esas son para repúblicas bananeras, o serbias, o así. Las 900.000 personas (estiman los historiadores) asesinadas y hechas desaparecer en cunetas y fosas comunes fueron otra cosa. En su momento una cruzada, creo; hoy son trapos viejos. Por lo tanto, y aunque frente a aquellas 900.000 víctimas, las 20.00 de Karadzic o las 4 por las que se ha juzgado a Menéndez parezcan un chiste malo y triste, nadie ha tenido que salir corriendo, dejándose crecer las barbas y calzando chancletas. Nadie se ha visto reclamado por el juez Garzón. A nadie se ha llevado a prisión. A nadie se ha entregado. Todos los verdugos se quedaron donde estaban. Lucieron los mismos uniformes, los mismos trajes. Hoy siguen disfrutando los bienes que arrebataron a sus víctimas, y la defensa de la pervivencia de los signos de la dictadura se hace desde las instituciones, no desde el banquillo. Karadzic y Menéndez: asesinos, carniceros, genocidas... y unos tontos de remate que no supieron salir en el momento clave a vociferar que ellos, y nadie más que ellos, eran los demócratas de toda la vida. Hoy seguirían haciendo lo mismo que hicieron, pero cómodamente sentados. Pues a fastidiarse, ale. Al trullo.

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