Y Washington llamando a la «calma»
Otra jornada terrible en Irak. Una serie de atentados en Bagdad provocó decenas de muertos y centenares de heridos. Los ataques tuvieron lugar en el barrio de Karrada, en el centro, mientras decenas de miles de fieles convergían hacia el sector de Kadhimiyah, en el norte, para celebrar una de las fiestas más importantes para los chiíes. Y no fueron éstos los únicos ataques registrados ayer. En Kirkuk, por ejemplo, un hombre se inmoló causando al menos 11 muertos y 54 heridos. Y otra bomba mataba a cuatro personas en Bakuba. En el caso de la capital, los atacantes suicidas eran mujeres, un fenómeno cada vez más común en Irak.
¿Y qué hace Washington ante estos hechos? Pues limitarse a «pedir calma a la población iraquí», como si esto fuese una cuestión de nervios. Tal y como explicaba el domingo en estas páginas Naomi Klein, a EEUU le interesa (y propicia) el caos, porque así puede obligar con mayor facilidad a las autoridades iraquíes a que dejen en manos de las corporaciones petroleras estadounidenses la gestión y el futuro de los enormes recursos petrolíferos del país.
Que la Casa Blanca reaccione a una jornada tan trágica para los iraquíes llamando a éstos a la calma, obviando con total impunidad su absoluta responsabilidad en el drama, es de una desfachatez sangrante.