Olivier Messiaen es al órgano contemporáneo lo que Bach fue al barroco y Frack al romántico. «Sin duda, es uno de las tres compositores básicos de la historia de este instrumento», aseveró ayer Esteban Elizondo en una rueda de prensa en el coro de la catedral del Buen Pastor.

Con ocasión del centenario del nacimiento de Messiaen, la Quincena ha programado siete conciertos a lo largo de los cuales abordará la integral de música para órgano del compositor francés, iniciativa que Elizondo calificó como «acontecimiento internacional». Acontecimiento y también «reto técnico notable», dada la «extrema complejidad» de las partituras del compositor, fallecido en 1992.

Para abordarlo, la Quincena cuenta, por una parte, con un instrumento «excepcional», el órgano neoclásico que Organería Española de Azpeitia construyó para el Buen Pastor en 1953, y, por otro, con un plantel de intérpretes «de primerísima línea», todos ellos del país o estrechamente ligados a él. «Aquí hay una nueva generación de organistas de altísimo nivel», subrayó Elizondo.

Buena parte de los intérpretes que participarán en el Ciclo, concretamente, Fernando Gonzalo, Loreto Fernández Imaz, Belén García, Esteban Landart, Raúl del Toro y Loreto Aramendi, estuvieron ayer en la catedral para arropar a Elizondo en la presentación y, de paso, dar cuenta de algunas de las características de la música de Messiaen. Una música de temática exclusivamente religiosa -«le llamaban el teólogo del órgano», recordó Raúl del Toro-, muy exigente desde el punto de vista de la interpretación y, al mismo tiempo, «muy atractiva para el público», en opinión de Loreto Fernández Imaz.

Esteban Landart explicó que la complejidad de la música de Messiaen es tal que, para tocar con solvencia una obra concreta, de apenas un minuto de duración, el intérprete debe ensayar seis meses a razón de unas cuatro horas al día. «Probablemente por eso no son muchos los que se animan», apostilló.

El canto de las aves y el ritmo

Esta complejidad se deriva en buena medida de sus querencias por el mundo de los pájaros y por el ritmo. «De hecho -continuó Landart-, se veía a sí mismo más como ornitólogo y trabajador del ritmo que como músico. Solía grabar los cantos de las aves y luego trataba de reflejarlos en sus partituras. En cuanto al ritmo, nadie lo había aplicado al órgano como él».

Elizondo recordó que todos los conciertos contarán con el apoyo de una pantalla situada ante el altar mayor del Buen Pastor a través de la cual el público podrá seguir con detalle los movimientos de los organistas. Fernando Gonzalo, que abrirá mañana el Ciclo, añadió que también habrá algunos textos explicativos para acercar la música de Olivier Messiaen al público menos entendido.