Los locales cerrados son casi una puerta bloqueada el rock en verano; de hecho, ya hemos asistido a un par de anulaciones en Rockstar de Barakaldo por laescasa venta anticipada. Ahora, lo que se trata de conseguir es que un 31 de julio los aficionados acudan a ver a una de las bandas más sugerentes de la actualidad rockera, Mars Volta.

La historia del dúo puertoriqueño/estadounidense arranca en 1993 cuando se forma en El Paso, Texas, At the Drive-In, formación orientada hacia el jarkore abierto. Dejaron una escueta discografía, pero sus directos trascendieron por encima de ella. Tras la edición de su tercer disco, «Relationship of command», el grupo se disuelve ante la sorpresa de sus seguidores.

The Mars Volta

Tras la ruptura de At the Drive-In, Cedric Bixler-Zavala y Omar Rodríguez-López forman The Mars Volta, proyecto que rompe con su pasado y lo dirigen hacia el rock progresivo exprimental, donde cabe la improvisación y donde los espacios dan pie a los amplias cabalgadas que generaban movimientos como la sicodelia.

El primer álbum de The Mars Volta, «De-loused in the comatorium», fue producido por Rick Rubin, sinónimo de calidad y, en muchas ocasiones, de éxito, al menos en el área alternativa. La banda, fiel a su independencia, inclinó el álbum hacia lo conceptual, sin concesiones al single o a los cortes amables. No obstante, excitó a miles de buenos aficionados a la música.

Tras una carrera personal y sin concesiones, The Mars Volta publica en 2006 «Amputechture», su tercer álbum en estudio, donde cuentan con la colaboración de John Frusciante, de los Red Hot Chilli Peppers. En sus directos cabe que ataquen «Interstellar overdrive», de Pink Floyd, alargándola hasta los veinte minutos. No obstante, cuentan con suficiente repertorio como para no necesitar recursos, en realidad homenajes históricos.

En la actualidad presentan «The bedlam in Goliath», como sus anteriores discos, publicado por la multinacional Universal. La producción del disco corre a cargo de Omar, quien demuestra poseer un sinfín de claves sonoras capaces de redimensionar el sonido de una batería, de unos vientos o de las espectaculares guitarras que se incluyen. Queda claro que cuando Omar y Cedric reconocen su admiración por el surrealismo y el cine, no es gratuito, pues su música, su sonoridad, es parte del sueño, de la mística de lo esotérico.