Raimundo Fitero
Falsos directos
Lo más curioso de los supuestos programas de directos, es que son falsos directos. Y cuando de verdad son en directo, se convierten en algo bastante insufrible, por su tono, su nerviosismo, su necesidad de demostrarlo de manera constante. Pero están de moda. Las modas televisivas siempre son hacia atrás, nunca avanzan lo que vendrá, sino aquello que funcionó y a base de explotar la fórmula se agotan. Ahora todo está pasando, es en directo, recorre la geografía y, muy especialmente, recala en piscinas y fogones. O en playas y campas.
Los tópicos se acumulan. El verano es la succión de ellos. Y digo más: intentar huir de los tópicos es generar nuevos. O mejor dicho, caer en tópicos menos aparentes. Por lo tanto hay que llevarlos con donosura, sin acalorarse. Y si es en directo falsado, mejor. Y si son en directo, directo, los aumentamos hasta que se salgan del encuadre. Por cierto, hablando de la cocina, los fogones, la gastronomía, existe un programa en Antena 3 dedicado a que alguien cocina para unos invitados. Y es algo que no sé donde encuadrar. Lo estudiaré y le colocaré una etiqueta. Bueno, si es que aguanta, porque es uno de esos formatos que aparecen y desaparecen con la inercia de la falta de audiencias y las audiencias les abandonan porque aportando poco. Y no son en directo, ni en falso directo.
De estos programas clónicos, lo que más me gusta es cuando están en directo de verdad que es siempre un tramo de cada entrega y van pasándose la voz y la imagen de uno a otra. Los reporteros recibiendo el paso de otro reportero y dando el sumario, el aviso de lo que van a tratar. La cosa es divertida, porque no sale casi nunca con la organicidad que se pretende, y menos en estos tiempos, con tanta calor, tanta piscina, tanta fiesta patronal y tanto lugar común. Están de moda, pero miro en los paneles de audiencia y no destacan, se mantienen en unos números anodinos que no son ninguna garantía de permanencia. Entonces la pregunta es, ¿por qué se mantienen en antena? La respuesta es que tienen el interés de mantener un espíritu, una idea, mantener una imagen de marca en la calle y, de paso, frenar a la competencia con falsos directos.