LAB reclama «un servicio digno» y rechaza la precariedad en la clínica indautxu, concertada con osakidetza
LAB mantiene una presión sindical sobre la Clínica Indautxu, porque la precariedad, la falta de personal y las carencias técnicas y de atención adecuadas son el pan de cada día. La dirección rechaza esas acusaciones, pero el sindicato mantiene vivo el conflicto.
Juanjo BASTERRA
La situación de las trabajadoras de la Clínica Indautxu, en Bilbo, es, a juicio de LAB , «inaguantable», porque se está produciendo «una desatención» de los pacientes y «hay una precariedad laboral enorme». La central sindical no entiende como Osakidetza ha concertado con Clínica Indautxu parte de su actividad sanitaria, a través de la UTE Intervención XXI, debido las deficiencias existentes no sólo en cuanto a organización del escaso personal, sino a la falta de material clínico de atención para los enfermos y residentes, ya que también cuenta un servicio de esas características, por el que cobra «una cantidad elevada al mes». Esta clínica cuenta con dos plantas y 30 habitaciones, con una capacidad de unos 35 pacientes. Tiene 29 empleados y, según indica la dirección, «con el concierto de Osakidetza se ha ampliado en ocho personas más la plantilla». Ese acuerdo entre la Clínica Indautxu y Osakidetza, «después de que hace años les retirasen la categoría de clínica concertada, se ha logrado de la mano de un `enchufe' de un destacado familiar de un ex responsable de sanidad», según LAB.
Lola Gómez, responsable del sindicato en el área de Sanidad Pública, reconoce que desde que se realizaron elecciones sindicales en la Clínica Indautxu y la central sindical obtuvo una representante «estamos sufriendo un acoso por parte de la dirección, porque tratamos de que las condiciones de trabajo y de calidad del servicio mejoren para todos». Entre otras situaciones, la dirección «niega el acceso de nuestros representantes de Salud Laboral a la clínica».
Gómez llama la atención de que «el 31% del presupuesto de Osakidetza se va en conciertos con clínicas privadas». Para la representante de LAB, «está claro que se desvían las listas de espera a la sanidad privada para evitar las críticas. Es una decisión política, pero lo lógico sería que Osakidetza tuviera los mismos protocolos de calidad dentro que en las clínicas con las que concierta determinados servicios» y advirtió que «se está produciendo un negocio paralelo muy importante», precisó la sindicalista.
Médicos de la pública en la privada
Entre 16 y 20 médicos trabajan en Osakidetza y además realizan operaciones y otras atenciones en la Clínica Indautxu. A la vez hay enfermeras que «trabajan en los hospitales de Cruces y Basurto, y después amplían su jornada en Indautxu. Con lo que no sé que calidad podrán ofrecer después de estar ocho horas trabajando en la sanidad pública para después seguir en la privada», precisó la responsable sindical, Lola Gómez.
Iratxe Vicente, representante del sindicato en la clínica, afirma que «nos encontramos en absoluta precariedad que se traduce en una falta de plantilla, hasta límites en los que se queda una sola auxiliar de enfermería para una planta -existen dos- y una enfermera para toda la clínica, teniendo en una planta desde gente recién salida de quirófano como a enfermos residentes geriátricos o de siquiatría». También denuncian la instalación de cámaras de vigilancia con la excusa de que «una vez entraron a robar, pero aprovecharon esa circunstancia para instalar cámaras en cada planta, con lo que nos controlan a todas horas», indicó.
La delegada de LAB recuerda que el pasado 27 de diciembre de 2007 acordó con la responsable de personal de la clínica, Marta Aurrekoetxea, una serie de actuaciones que ambas partes consideraban «necesarias» para normalizar las condiciones de trabajo. Sin embargo, Aurrekoetxea «no las ha cumplido», dijo Iratxe Vicente. Entre ellas, se encontraban «la necesidad de tener un calendario laboral, un protocolo de funciones de cada puesto de trabajo de la clínica; necesidad de un celador de mañana y de tarde; plan de previsión de contratación de enfermeras como solución actual a jornadas que se doblan, lo que se debe entender como mejora en la calidad y atención al paciente; acondicionamiento del «office» del personal y, revisión salarial, ya que el salario base de estas trabajadoras no supera los 950 euros al mes desde hace muchos años».
Sin embargo, «no se ha hecho nada, por lo que LAB convocó paros y movilizaciones. GARA se puso en contacto con la supervisora de personal, Marta Aurrekoetxea, quien negó las deficiencias y dijo que la central sindical «me está haciendo la vida imposible. Me están acosando», dijo entre sollozos. Rechazó que «haya precariedad».