Ayer un atentado en la provincia de Xinjiang, en la frontera noroeste de la República Popular China, dejó 16 policías muertos y otros tantos heridos. Las autoridades chinas acusaron del ataque a miembros de la etnia uigur.

Aún faltan cuatro días para que comiencen los Juegos Olímpicos, pero a estas alturas ya hemos podido ver los tres principios por los que se guiará la información no deportiva, es decir, la información social y política sobre China las próximas semanas: por un lado está la opacidad del Gobierno chino que cercena el acceso a la información a los periodistas; por otro lado, está la manipulación generada por importantes grupos de presión y gobiernos occidentales a los que se sumarán una buena parte de ONG's y «activistas por los derechos humanos»; y por último, está la ignorancia de la mayoría de la población occidental sobre la cultura oriental.

Los ingredientes de esa receta tienen que ver con el tradicional hegemonismo chino, los intereses y el miedo de los mandatarios occidentales ante el despegue de la economía china y el eurocentrismo propio de quienes se creen cuna de la humanidad y son tumba de la humildad. Y con esos ingredientes, la información se parecerá a la realidad como la cocina china que degustamos en nuestros restaurantes «chinos» se parece a la original. Más bien poco.