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Crónica | El otro lado de la Blanca

Tras la barra del bar se esconde una forma bien distinta de vivir las fiestas

La Blanca sigue adelante entre poteo y poteo, bien sea hacia el mediodía o los incondicionales de las noches. Se tiende a olvidar, sin embargo, a quienes hacen posible este ambiente, los camareros y camareras que se encargan de que se puedan refrescar las gargantas. Desde el otro lado de la barra, piden un poco más de respeto, ya que aseguran que más de uno pierde las formas al beber dos tragos.

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Itziar AMESTOY

Si las txarangas, los blusas y las neskas son la cara de las fiestas, la cruz serían todas las personas que se ven obligadas a ingeniárselas para compaginar el trabajo con el ocio. Los más afectados son los trabajadores de bares, que tienen que lidiar directamente con los que están disfrutando de las fiestas. Este hecho no despierta en ellos y ellas tanta envidia a pesar de lo que se podría suponer a primera vista. Sí que genera algún que otro agobio pero, sobre todo, resaltan la sensación de tener que aguantar demasiadas exigencias. Pero para poder salir e irse de vacaciones hay que trabajar, y a ninguno se le escapa que en estas fechas se gana más que en otros momentos del año.

Una de las diferencias que marcan el ritmo de trabajo es la zona en la que se encuentra el bar. En los establecimientos del Casco Viejo resaltan una bajada bastante considerable de público, al menos, en el inicio de fiestas que han vivido hasta ahora. El análisis de las causas que realizaron los camareros y camareras con los que habló GARA apuntaba en dos caminos. La mayoría bromeaba con los efectos de la crisis económica y aseguraban que los bolsillos no están para extras. Ruben, que atendía en el bar «Sierra» de la Kuxi, no dudó en asegurar que «se nota crisis» ya que, según su experiencia, ha habido mucho menos agobio que en años anteriores. También hubo quien veía que el calendario ha protagonizado una mala jugada este año en lo que ha afluencia se refiere. «Las fiestas han empezado en lunes y eso se va a notar», asegura el camarero del «Xabi».

El bajón de público ha tenido al parecer mucha menos influencia en la zona Virgen Blanca y la Plaza Nueva. La plaza que acoge hoy la bajada de Celedón y Neska txiki suele presentar cada día la imagen de terrazas llenas. «No para de haber gente, durante todo el día siguen llegando, aunque los momentos más críticos son hacia el mediodía o cuando hay algún acto concreto aquí», describió Elena mientras sorteaba las mesas de «La Unión». La remodelada Virgen Blanca ha sido, aun y todo, la que más cambio ha notado, ya que con la ampliación de la zona peatonal hay varios bares que han tenido que añadir el servicio de terraza. Tanto las empleadas del «Dublín», el «Virgen Blanca» o «El Mentirón» no dudaban en asegurar que ha subido la cantidad de clientes. «Tenemos muchas más mesas, y la gente se impacienta si no les sirves rápido», apuntó el valiente que tenía que intentar controlar la gran terraza de «El Mentirón». Por ello, el agobio reinaba en esta zona de Gasteiz.

El bolsillo llama

Al final, por muchas dificultades a las que haya que hacer frente, el sueldo llega al finalizar las fiestas y compensa en mayor o menor medida los disgustos vividos. «Tampoco es que se gane una maravilla, pero sí que se paga mejor que en otros momentos del año», aseguraba el camarero del «Xabi» para el que era la mejor manera de financiarse las fiestas. En la barra del «Sierra» añadían que de hecho es una buena manera de afrontar la falta de recursos económicos, ya que «mientras trabajas, no gastas».

Respecto al intento de disfrutar de las fiestas, al dinero se le suma el hecho de tener tiempo para todo. Pero al final, como en todos los oficios, no hay ningún problema si sólo se trabaja o se sale de noche. La dificultad, como bien señalaba el camarero del «Xabi», está en conseguir un equilibrio aceptable para el cuerpo. Al final, «hay tiempo para todo», repetían varios jóvenes en los que la edad no impone unos límites demasiado estrictos. La otra alternativa viene por acordar entre los compañeros un calendario en el que se trabaje unos días de mañana y otros de noche.

Aunque algunos trabajadores que llevaban muchas fiestas en su currículum, no cambiarían «por nada» la posibilidad de trabajar sólo de mañana.

También hay quien señala que es un buen momento para trabajar, ya que te salva de los agobios que se viven en los bares como clientes. De hecho, el encargado del «Rosi» en la Herrería, no sólo asegura que no le daban ninguna envidia quienes estaban de fiesta, sino que añade que lo que más ilusión le haría sería coger un coche y viajar lo más lejos de Gasteiz posible.

Sin embargo, la mayor complicación a la que tienen que hacer frente es el tipo de clientes, o el grado de afectación que haya tenido el alcohol en ellos. «Intento no trabajar de noche y hacer las mañanas porque lo peor es aguantar a los borrachos», critica el empleado de un bar que contextualiza estos inconvenientes como gajes del oficio. «El que está en la obra, acaba con dolor de riñones; a nosotros nos toca aguantar a la gente», añade. Sin embargo, los tres camareros que se encontraban detrás de la barra del «Dublín» no estaban de acuerdo en asumir el trato que sufren a veces. «Parece que durante las fiestas se crecen y están por encima tuyo», comenta uno, molesto.

A esto añadían desde otros establecimientos que la gente no tiene la costumbre de ponerse en su lugar. «Cuando tardas, empiezan a impacientarse y se enfadan con nosotros. Parece que no ven que no damos más de sí y que si tardamos, no es porque queramos», explicó una joven que sólo trabaja como camarera los seis días de fiestas.

BLUSAS Y NESKAS

Los clientes que, a primera vista, más complican el funcionamiento de un bar podrían ser las cuadrillas de blusas y neskas. A pesar de ello, no falta algún camarero que rompe una lanza a su favor. «Vienen todos a la vez, y la mayoría de las veces piden unos cuantos katxis y lo pagan con el bote así que es fácil servirles, y el que quiere algo diferente nos lo pide aparte», explica el joven del «Xabi».

Otras de las diferencias a la hora de vivir las fiestas detrás de la barra está relacionada con la experiencia o con la ocupación que tienen durante el año. La joven trabajadora que controla la barra del bar Hala Bedi asegura que al llevar poco tiempo en este trabajo los nervios tienen a veces más fuerza que el agobio que pudiera haber en algún momento de más trabajo. Los viejos conocidos de la profesión, en cambio, ya saben a qué harían frente estos días de agosto, por lo que no les pilla desprevenidos.

De hecho, algunos incluso ven en el ritmo y la forma de trabajar estos días un aliciente. «Todo el año es más o menos lo mismo, así que cuando se acercan fiestas entras en una dinámica tan diferente que al menos cambia la cosa», apuntaban desde el «Xabi». Tanto es así que las tareas que tienen que hacer se diversifican de forma considerable. Un camarero mientras intentaba explicar a este diario su experiencia detrás de la barra tuvo que enjuagar una bota y asegurarse que los niños que pedían tenían el permiso de sus padres. Pero, según él, ese tipo de detalles hacen un poco más divertida la jornada.

El calendario de este año ha tenido, por su parte, una consecuencia directa; el último día cae en sábado. El día 9 es conocido en fiestas de Gasteiz como «el de los camareros» ya que los bares tienen costumbre de cerrar a la vez que Celedón regresa a la torre de San Miguel, es decir, a la una de la madrugada. Sin embargo, como es el único fin de semana, algunos trabajadores apuntaban que ese día abrirán para compensar la bajada de clientes que se ha vivido durante los días anteriores, por lo que más de uno se quedará sin el día en el que podían salir sin preocuparse de mirar el reloj.

 

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