Después de que los txikis dejarán claro la víspera que hay cantera de blusas y neskas para mucho rato, los más veteranos y veteranas ocuparon ayer su lugar en las calles de Gasteiz y demostraron que, en lo que a disfrutar de las fiestas se refiere, quien tuvo, retuvo.

Tal como sucedió el jueves, la jornada se inició ante la hornacina de La Blanca, con la ofrenda y el aurresku de honor, aunque los mayores madrugaron dos horas más que sus nietos y nietas, ya que para las 9.00 tenían concertada la cita en la iglesia de San Miguel.

Una vez cumplido con la tradición, estos veteranos y veteranas se tantearon las blusas, cogieron impulso, e hicieron lo que han hecho mejor que nadie durante más tiempo que ninguno: pasarlo bien.

Las txarangas, que bien podrían recibir un homenaje por el trabajo que hacen durante estas fiestas, insistieron con los sonidos habituales, mientras la multitud que minutos antes se había congregado en la iglesia de San Miguel se desperdigaba por el centro de la ciudad.

Nada más céntrico que la Plaza Nueva, desde donde a las 10.00 partió la banda municipal de música, la banda de txistularis, la fanfarre Gesaltza, gaiteros y txistularis, toda una comitiva que acompañó a los blusas y neskas hoy homenajeados, algunos de los cuales portaban carteles que recordaban a una persona muy querida; José Luis Isasi, primer Celedón, que falleció el año pasado.

Una de las citas más esperadas fué el paseillo hasta la plaza de toros. Allí estuvieron, como siempre, rodeados de muchos que serán también blusas y neskas veteranos dentros de unos años. Tras el paseillo, algunos se retiraron, pero la mayoría robó un poco de tiempo al tiempo, y aguantó hasta tarde. Y desde hoy esperan al 4 de agosto.