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INAUGURACIÓN

El ex gimnasta Li Ning enciende «volando» el pebetero del Nido

GARA | BEIJING

China aprovechó la inauguración de los Juegos Olímpicos para ofrecer un derroche de grandeza y dar al mundo un curso intensivo de cultura local mediante un espectacular despliegue de luz y color. Sorprendió el «paseíllo lunar final» a lo largo de todo el estadio, del último portador de la antorcha, el medallista Li Ning.

La ceremonia comenzó a lo grande, con fuegos artificiales y un espectáculo sonoro de la mano de los 2.008 tambores de bronce, réplica de los milenarios 'fou', desplegados en el estadio.

Uno de los momentos más aclamados fue la formación, con luces blancas, de los aros olímpicos. Para sorpresa de todos, los aros comenzaron a flotar y se elevaron en el centro del Nido, una demostración del buen hacer del principal director artístico de la ceremonia, el realizador chino Zhang Yimou. A los aros les siguieron las 'apsaras', una veintena de gráciles hadas, inspiradas en las pinturas murales de las Grutas de Dunhuang.

Clase magistral

Y llegó el momento de mirar al presente, con la aparición en escena de 56 niños, vestidos cada uno de ellos con el traje de cada una de las nacionalidades. Y tras el himno, una clase magistral de pintura china, por supuesto. El calor comenzaba a hacerse notar entre la audiencia. Pero, un par de demostraciones del poderío chino, con música, con la ópera de Kunqu, ejercicio, con la práctica del taichi, y un enorme nido humano del que salió una cometa gigante. Pasado el espectáculo le tocó el turno al paseíllo olímpico. Dos horas, 205 estados, y pocos momentos anecdóticos.

Pero la gran sorpresa corrió a cargo de Li Ning, ganador de tres oros, dos platas y un bronce en Los Angeles 1984. Li Ning recorrió flotando por los aires hasta llegar al pebetero. El encendido de la llama terminó disparando una reacción masiva en cadena de fuegos artificiales en toda la ciudad.

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