La veterana compañía de teatro de calle Trapu Zaharra es el resultado de un cruce de caminos, el de Santi Ugalde y Txema Ocio. El primero venía «rebotado de la mili» y Ocio, guionista desde hace quince años, salseaba en el mundo de la improvisación y el teatro. Los dos se conocieron en la legendaria y ya desaparecida compañía Bekereke y decidieron montar un grupo de teatro de calle. «Todo surgió en Gasteiz. La idea era crear una pareja de clowns, dos payasos muy físicos y socarrones, ya que era lo que precisamente nos atrajo de Bekereke y lo que nos hacía ilusión», explica Ugalde.

La ilusión de estos dos actores cómicos hizo posible Trapu Zaharra que, aunque ha ido evolucionando, continúa con la misma filosofía de siempre: «La comicidad ha sido una constante en Trapu Zaharra, al igual que el gusto por el antihéroe o el gran perdedor, que ha sido el personaje que sigue marcando nuestra línea y se ha mantenido siempre en nuestros espectáculos». A pesar de todo, Ugalde reconoce que el público ha ido cambiando y en ello tiene mucho que ver la televisión. «En estos 25 años ha cambiado la calle, el público y, por supuesto, nosotros. Quizá ahora la gente es un poco más reticente, yo suelo decir que la televisión ha hecho bastante pupa en este sentido; las cámaras indiscretas, las bromas... la gente tiene más sentido del ridículo. Quizá sea porque la tele se ha reído mucho de la gente de una manera grosera, lo que ha hecho que el público sea ahora más receloso. Pero nosotros no vamos a reírnos de nadie, planteamos un juego, trabajos siempre a favor y por debajo del espectador, nunca al revés».

Este respeto por el público ha hecho que Trapu Zaharra sea una de las compañías de teatro de calle que más trabaja tanto en Euskal Herria como fuera de nuestras fronteras. De hecho el Encuentro Internacional de Artistas Callejeros, ARCA, que se celebra desde hace catorce años en Aguilar de Campoo, Palencia, ha reconocido su labor concediéndole en esta pasada edición la Escalera de Plata especial. «Es un festival muy especial, porque es un pueblo no muy grande y llevan haciendo el festival bastantes años. Puede que a nivel de volumen no sean los más potentes, pero sí que lo son a nivel de especialización. Cuentan con una programación más que exquisita», explica el actor.

La compañía gasteiztarra, sin embargo, no sólo se acercó a Palencia para recoger el premio, ya que también pudieron ofrecer su última producción, estrenada en la Feria de la Artes Escénicas de Leioa en mayo, «El Concursazo», que también se podrá ver en el Festival de Teatro de Humor de Araia que comienza hoy. En este trabajo se mezclan diferentes temas de actualidad: los jóvenes que no pueden o quieren marcharse de casa, los tan preciados puestos de funcionariado... Y es que, Trapu Zaharra siempre cuenta con temas de rabiosa actualidad en sus espectáculos. «El punto de arranque son siempre las muchísimas horas de furgoneta que pasamos. Durante los viajes hablamos de ideas, leemos periódicos en alto, comentamos las noticias... y hay cosas que van quedando más que otras. Vamos hablando y de repente te das cuenta que tienes el embrión de un futuro posible trabajo», señala.

Interacción

Por supuesto para la compañía es fundamental la interacción con el público, sin su respuesta no sería posible llevar a cabo su labor, de manera que los montajes nunca están cerrados del todo. «Cuando estrenamos un trabajo lo tenemos acabo sólo en un 70%, el resto lo vamos madurando conforme se van haciendo espectáculos. Nosotros nunca hemos cerrado una obra a la primera, nos gusta tenerla fresquita, para ver por dónde se puede sacar más punta, dónde se puede mejorar, qué es lo que funciona y qué no...». «Quizá lo hagamos así porque lo escribimos nosotros mismos y porque somos malos escritores», añade.

Santi Ugalde y los suyos se sienten más que satisfechos de poder seguir trabajando en la calle después de tantos años, aunque el actor le quita hierro al asunto: «Lo mío es un oficio, como otro cualquiera. Me siento super privilegiado de seguir en esto después de 25 años, pero a un fontanero no se le premia por hacer lo mismo». Lo más importante es «seguir aprendiendo y mantener un espíritu abierto y crítico».