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NATACIÓN | Quinta jornada

El Olimpo tiene un único inquilino

Phelps gana dos nuevos oros -ya son cinco en Beijing-, y se convierte en el deportista olímpico más laureado de todos los tiempos

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Imanol INTZIARTE | DONOSTIA

Que hablen los números. Dos medallas de oro aderezadas con otros tantos records mundiales. Cinco victorias sobre cinco intentos en la cita de Beijing, que sumadas a las seis preseas de oro logradas en Atenas 2004, totalizan once títulos olímpicos. Lo que nadie había logrado en toda la historia de los Juegos.

Este sería, en frío, el resumen de la actuación de Michael Phelps en una jornada en la que el estadounidense superó al póker de nombres que ocupaba hasta ahora el escalón más alto con nueve medallas de oro en su haber: los atletas Paavo Nurmi y Carl Lewis, la gimnasta Larisa Latynina y el nadador Mark Spitz.

El de Baltimore afrontaba su único día con dos finales en el programa. Para abrir boca se enfrentaba a los 200 mariposa, una distancia de la que es recordman mundial desde 2001. Sin aparentemente excesivos apuros estableció una nueva mejor marca (1:52.03) por delante del húngaro Laszlo Cseh (1:52.70, récord de Europa) y el japonés Takeshi Matsusa.

Una hora después, Phelps regresaba a la pileta para realizar la primera posta de la final de 4x200 libre. En esos cuatro largos abrió el camino hacia el oro al amasar una renta de 2.64 segundos sobre el equipo australiano y 3.30 sobre Japón.

Su compañero Lochte remachó la faena en el segundo relevo, a cuyo final Estados Unidos llegó con una ventaja de 4.23 segundos sobre Australia. Con el oro en el bolsillo, Berens y Vanderkaay mantuvieron el ritmo para pulverizar en casi cinco segundos la anterior plusmarca.

Para que nadie piense que no es humano, el de momento pentacampeón apuntaba al término de la jornada que «el final está cerca. Lo deseo. Todavía me queda algo en el depósito. Mejor dicho, espero que quede algo en el depósito».

Dos veinteañeras

Aunque no lo parezca, no sólo de Phelps vive la natación. Se disputaron otras dos finales, ambas en categoría femenina y con sendos records de dos jóvenes veinteañeras. Federica Pellegrini cumplió dos décadas recientemente, el 5 de agosto. La de Mirano (Italia) se impuso en los 200 metros libre superando por quince centésimas a la eslovena Sara Isakovic. Volvió a decepcionar la estadunidense Katie Hoff, que sólo pudo ser cuarta.

Pellegrini tuvo su debut olímpico en Atenas 2004, cuando ganó la medalla de plata en esta distancia con sólo 16 años por detrás de la rumana Camelia Potec, que ayer terminó quinta.

Stephanie Rice también nació en 1988. Concretamente, el 17 de junio. La australiana se ha convertido en la dominadora de las pruebas de estilos. En la segunda jornada se impuso en los 400 metros y ayer hizo lo propio en los 200. En ambas carreras, con el récord como guinda.

La de Brisbane remontó en el último largo -estilo libre- la desventaja que llevaba respecto a Kirsty Coventry a falta de cincuenta metros. La de Zimbabue repitió la plata obtenida la víspera en los 100 espalda. La estadounidense Natalie Coughlin, bronce, obtuvo su tercera medalla en Beijing, mientras que su compatriota Hoff repetía la plaza más amarga al ser cuarta.

Todo lo relatado sucedía después de que la jornada se abriera con las semifinales de 100 libre masculino, que vivieron un toma y daca entre el francés Alain Bernard y el australiano Eamon Sullivan. En la primera serie, el galo ganaba con un nuevo récord (47.20). Sullivan salió cinco minutos más tarde, en la segunda semifinal, y volvió a quedarse con el trono al detener el reloj en 47.05 segundos.

Bernard se había plantado en China como plusmarquista (47.50), pero su rival le había arrebatado tal honor el pasado lunes (47.24) en la posta inicial de la final del relevo 4x100.

 

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