El polvorín de Cáucaso
Aumenta la tensión tras acusar a Rusia de violar el alto el fuego
El riesgo de ruptura del frágil alto el fuego instaurado entre georgianos y rusos tras aceptar Tbilissi y Moscú la propuesta de paz realizada por la Unión Europea por las acusaciones contra Rusia de incumplimiento del acuerdo avivó ayer la tensión. Las tropas rusas tomaron la ciudad de Gori y, al parecer, avanzaban hacia Tbilissi, lo que multiplicó las denuncias y los llamamientos en el ámbito internacional a respetar el alto el fuego.
GARA | TBILISSI
Georgia y Estados Unidos acusaron ayer a Rusia de incumplir el acuerdo de alto el fuego al tomar con sus carros de combate y saquear la ciudad de Gori, situada a 90 kilómetros al noroeste de la capital, Tbilissi. La Unión Europea y la ONU, además de EEUU y Georgia, instaron a Moscú a respetar el acuerdo alcanzado la víspera.
Ayer volvió a ser una jornada de acusaciones cruzadas, desmentidos y puntualizaciones. Desde primeras horas de la mañana se sucedieron las denuncias de las autoridades georgianas contra Rusia, a la que acusaron de violar el alto el fuego al adentrarse sus tropas en territorio georgiano y ocupar Gori de camino a Tbilissi.
Moscú, tras la evidencia de sus tanques blindados patrullando por las calles de Gori, reconoció haber ocupado la ciudad, pero matizó que el objetivo era destruir las instalaciones militares y vaciar el armamento pesado de un almacén que las tropas georgianas dejaron abandonadas tras la contraofensiva rusa y que «no estaba vigilado», con el objetivo de «garantizar la seguridad de la población». Sin embargo, unas horas más tarde algunas fuentes aseguraron que las tropas rusas se encontraban ya a unos 50 kilómetros de la capital.
El Gobierno acusó a Moscú de haber permitido, tras su ataque, la entrada en Gori de «norcaucásicos que saquean casa y tiendas, y humillan a la población». Alexandr Lomaya, secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Georgia, no especificó si los norcaucásicos a los que se refería eran«voluntarios» de las repúblicas del Cáucaso Norte que se alistaron tras el estallido del conflicto en Osetia del Sur.
Disparos esporádicos
Por otro lado, en declaraciones recogidas por la agencia RIA Novosti, el jefe del Estado Mayor ruso, el general Andrei Nogovitsin, denunció que Georgia está incumpliendo también el alto el fuego. «A lo largo del día se han registrado disparos esporádicos de francotiradores», afirmó.
Nogovitsin afirmó que, si bien la postura de los militares rusos consiste en seguir dentro de la zona asignada a las fuerzas de paz, tienen que «responder a tales provocaciones». En este sentido, previno que las fuerzas rusas en Osetia del Sur y Abjasia abrirán fuego si son atacadas o si corre peligro la vida de la población local.
Incluso el presidente de EEUU, George W. Bush, terció en la polémica al exigir a Moscú que respete el acuerdo de paz, tras anunciar el envío de aviones y buques militares con ayuda humanitaria a la zona. Además, informó de que enviará a Georgia a su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, para mostrar el apoyo de EEUU a Tbilissi.
Rice ya demostró una postura firme ante Rusia, advirtiéndole de que se enfrentará a un mayor aislamiento internacional si incumple el alto el fuego.
En medio del cruce de acusaciones, los ministros de Asuntos Exteriores de la UE declararon el compromiso de los Veintisiete para contribuir «sobre el terreno» a los esfuerzos de la ONU y la OSCE para alcanzar una solución pacífica y duradera. Bernard Kouchner, el ministro francés, rechazó referirse a una fuerza de paz europea y habló de una «misión de observadores, verificadores o facilitadores» del alto el fuego.
Los ministros europeos avalaron el acuerdo «de principios» logrado la víspera y Kouchner destacó que «queda todo por hacer» porque «no tiene ninguna validez jurídica» y aún falta trabajar por un acuerdo político.
De momento, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, hizo saber que discutió por teléfono con su homóloga georgiana, Eka Tkechelachvili, la «aplicación práctica» del plan de paz.
El Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común, Javier Solana, afirmó que empezará ya a trabajar para preparar una propuesta sobre la presencia de observadores europeos en la zona, en la medida en que la ONU lo permita.
Posteriormente, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, manifestó la disposición de la organización a contribuir al proceso de paz en Abjasia y Osetia del Sur y a ayudar a organizar las conversaciones de paz.
«Insuficiente»
Por otro lado, los presidentes de Polonia y las repúblicas bálticas -Estonia, Letonia y Lituania-, que viajaron el martes a Tbilissi, junto al mandatario ucraniano, para expresar a Georgia su apoyo, criticaron el plan de la UE presentado por Nicolas Sarkozy y aceptado por ambas partes para la resolución del conflicto armado, al considerarlo «insuficiente».
Falta un «elemento fundamental» como es el «respeto a la integridad territorial de Georgia», apuntó el presidente de Lituania, Valdas Adamkus, desde Varsovia, al presentar el comunicado conjunto elaborado por los líderes de los cuatro países.
Adamkus pasó por la capital polaca de regreso de Tbilissi, donde participó como sus homólogos polaco, Lech Kaczynski; lituano, Valdas Adamkus; estonio, Toomas Ilves; ucraniano, Viktor Yushchenko, y el primer ministro letón, Ivars Godmanis, en un acto de solidaridad con el presidente georgiano, Mijail Saakashvili.
En la declaración conjunta, los líderes de los cuatro estados apuntan que la única posibilidad de evitar en el futuro «nuevas agresiones y ocupación» de Georgia es que se incluya al país caucásico en el programa de la OTAN, preparatorio para su ingreso en la Alianza.
Kaczynski y los líderes bálticos expresaron repetidas veces su pleno apoyo a Georgia y distanciamiento de Moscú en el conflicto por Osetia del Sur.
La ministra georgiana de Asunto Exteriores, Eka Tkchelachvili, acusó a la comunidad internacional de «haber abandonado» a su país ante la amenaza rusa y su ofensiva militar.
La secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, recomendó en privado al presidente georgiano, Mijail Saakashvili, evitar un conflicto con Rusia cuando visitó Tbilissi en julio, según «The New York Times». Un funcionario que viajó con Rice aseguró que «le dijo, de manera muy clara, que debía prometer que no recurriría a la fuerza». Pero, en público, Rice acusó a Rusia de causar constantes desórdenes en Georgia. «Rusia debe contribuir a solucionar el problema y abstenerse de alimentarlo», declaró el 10 de julio. Altos responsables estadounidenses indicaron al diario que Tbilissi no informó de su ofensiva, «ellos tomaron la decisión, sabían que hubiéramos dicho no».
GARA
Ucrania ha impuesto restricciones a los movimientos de la Flota rusa del Mar Negro, con base en el puerto de Crimea, implicándose así en el conflicto, mientras hay quienes en Kiev temen pasar a ser el próximo objetivo del Ejército ruso.
El mando militar ruso aseguró haber derribado ayer tres aviones espías georgianos no tripulados que sobrevolaban la capital oseta, Tskhinvali, «a pesar de que Georgia asegura haber terminado todas sus actividades militares».
Georgia espera una avalancha de hasta 80.000 desplazados de la zona del conflicto georgiano-suroseta, declaró la portavoz del Ministerio para la Acogida de Refugiados, Mariam Nanobashvili, que, según estimaciones del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha provocado el desplazamiento de un total de 100.000 personas, entre ellas el 80% de los habitantes de Gori.
«Hasta este momento, tenemos registrados cerca de 13.500 refugiados, la mayoría de los cuales han sido acogidos en Tbilissi», precisó, antes de añadir que en el territorio de Georgia ya había unos 30.000 refugiados de los conflictos de los años 90 en Osetia del Sur y Abjasia».
El edificio de dos plantas del jardín infantil 158 es uno de los inmuebles reconvertidos en centro de acogida.
«Nos ametrallaron desde aviones; vi morir gente», dice Nesadze Sofiko, una médico de 28 años, con la voz entrecortada, mientras abraza a sus dos hijos: Nika, de 8 años, y Nino, de 5.
Trabajaba en Eredvi, una de las aldeas habitadas por georgianos étnicos de Osetia del Sur, de donde huyó con su familia por temor a la limpieza étnica.
«Vivíamos en paz con los osetos y seguiríamos viviendo en paz, si no fuera por las provocaciones de los rusos. Estoy convencida de que podemos reconciliarnos con ellos, siempre y cuando Rusia no se inmiscuya», asegura.
Las palabras de Sofikó son respaldadas efusivamente por uno de sus paisanos, Lavrenti Midodashvili, chófer de 60 años.
«¡Yo pienso lo mismo! ¡La culpa de todo la tiene Rusia!», exclama. «Primero me escondí en el sótano y, luego, cuando terminaron los bombardeos, eché a correr hacia Tbilissi», dice.
Misha Vignanski