Häxan» es una de las cumbres del cine danés mudo, por la que el maestro Dreyer mostró una especial predilección y reconocimiento. Define la utilización de la luz natural, el sentido pictórico de la puesta en escena y la representación del mal, con el propio realizador Benjamin Christensen personificando a Satanás. Murnau reconoció haberse inspirado en esa imagen diabólica para su «Fausto», por no hablar de otras influencias que alcanzan hasta la actualidad. Es así porque este pionero se adelantó a su época en lo relativo a la invención del docudrama, con una mezcla de realidad y ficción que alcanzaba a la dualidad personaje-actriz (confesiones fuera del rodaje) en el colmo de la modernidad. Cuando se estrenó en París en el año 1922 provocó la protesta de muchos grupos religiosos, a la vez que se prohibía en la mayoría de países. No fue hasta 1968, con la distribución de una copia restaurada bajo el título de «La brujería a través de los tiempos», cuando se produjo su reconocimiento definitivo y dejó de ser una obra maldita. En la edición doble en DVD se presentan la versión original y la posterior, ya con la narración del escritor William Burroughs y un acompañamiento musical jazzístico.

Christensen dividió «Häxan» en siete partes, con una introducción histórica sobre el origen de las supersticiones y un apartado final dedicado a los avances científicos que dieron explicaciones médicas, a principios del pasado siglo, a síntomas de enfermedades que en la Edad Media eran interpretados como manifestaciones de fenómenos de brujería o posesión infernal. Son los dos capítulos más divulgativos y expositivos, mientras que la parte central es la dramatizada y contiene la recreación de un proceso de la Inquisición, a la que se añade un capítulo sobre los instrumentos y técnicas de tortura. La fotografía en blanco y negro y el diseño artístico captan la atmósfera tenebrosa de los cuadros de Breughel y El Bosco.