Leire Olaberria se estrena en unos Juegos. Lo hará el lunes en puntuación, una prueba en la que «hay que hacer 25 kilómetros, es decir, cien vueltas al velódromo. Cada diez vueltas se esprinta y según esas clasificaciones se van repartiendo puntos. Si le sacas una vuelta la pelotón son veinte puntos. Las que están fuertes intentan sacar una vuelta al pelotón y otras juegan a esprintar. Es una prueba bonita porque aparte de ser fuerte te pide estar muy bien de mente. Es todo estrategia», explica.

Tras sus inicios en el atletismo, personas cercanas a ella le metieron «el gusanito del ciclismo. Te compras una bici, te aprendes el peralte del velódromo, vas conociendo los trucos y de repente me vi ante un reto muy bonito. Mi elección por la pista fue porque las pruebas tienen más similitudes con las de atletismo, a las que yo estaba muy acostumbrada».

Sin descartar nada

En cuanto al objetivo que se plantea para esta cita, señala que «las rivales serán las mismas que en los Mundiales y, bueno, si un día te sale algo bien, por qué no te va a salir bien en las Olimpiadas. En una final de este tipo cualquiera de las participantes puede ganar. Cualquiera que haga un buen trabajo está adelante. No quiero cerrarme ninguna puerta y, aún sabiendo las dificultades y teniendo los pies en la tierra, si me veo tan fuerte como en los Mundiales no puedo descartar nada».

En cuanto a la situación de la pista, asume que «es un deporte dentro del ciclismo que no es demasiado fuerte. Por lo menos, el que sean deportes olímpicos salva a estas modalidades de no caer en el olvido. Sólo cuando se acercan los Juegos se da cuenta la gente de que el ciclismo en pista también existe. Nos esforzamos para darlo todo. Si sabes qué lugar ocupa tu deporte en la sociedad y en los medios, no hay problema», asegura.