Rusia se toma como una agresión la base antimisiles de EEUU en Polonia
Mientras en el Cáucaso Georgia anunciaba que suscribía el alto el fuego pese a denunciar que Rusia continúa manteniendo tropas en su territorio y la ayuda humanitaria seguía sin llegar a los 118.000 desplazados, el conflicto diplomático se trasladó hacia el oeste. Rusia denunció que la base antimisiles que EEUU instalará en Polonia es una agresión y fuentes diplomáticas la enmarcaron en una represalia por Osetia.Martxelo DÍAZ |
El sistema antimisiles que EEUU instalará en Polonia como consecuencia del acuerdo firmado el jueves por la noche en Varsovia ha sido considerado como una agresión directa por Rusia, en unos momentos en los que las relaciones entre Moscú y Washington atraviesan uno de sus peores momentos debido a la guerra de Osetia del Sur.
Según el primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, quien se reunió ayer en Sochi (ciudad rusa a orillas del mar Negro cercana a Abjasia) con la canciller alemana, Angela Merkel, estos misiles «tienen como objetivo la Federación Rusa».
El acuerdo entre Varsovia y Washington, según Medvedev, «demuestra absolutamente todo lo que hemos dicho en los últimos tiempos: la instalación de nuevas fuerzas antimisiles en Europa tiene como objetivo la Federación Rusa».
En el fondo del malestar ruso está el hecho de que Redzikowo, la localidad polaca que acogerá la base de EEUU con 200 soldados en su seno, se encuentra tan sólo a 200 kilómetros del enclave ruso de Kaliningrado, a orillas del mar Báltico.
A juicio del presidente ruso, el momento escogido por EEUU y Polonia para suscribir este acuerdo, en plena crisis sudoseta, deja en evidencia que «los cuentos de hadas que han empleado para decir que estos misiles se iban a utilizar para hacer frente a la amenaza de algunos estados [Washington ha manifestado que esta instalación buscaba hacer frente a una agresión de Irán o de Corea del Norte] no se sostienen».
«Esto es algo triste para Europa, para todos aquellos que viven en este continente densamente poblado, pero no es algo dramático. Vamos a seguir trabajando sobre esta cuestión», añadió Medvedev.
Un alto responsable de la diplomacia rusa citado por la agencia Interfax ahondó aún más en la sensación de malestar que se experimentaba en Moscú tras el acuerdo de Varsovia. «Evidentemente, visto el contenido, la precipitación y las condiciones en las que se ha firmado, que este acuerdo no busca hacer frente a los misiles iraníes, sino que está dirigido contra Rusia», señaló este dirigente, de manera anónima.
La prensa rusa coincidía al considerar este acuerdo como una reacción a la guerra del Cáucaso. «Aunque no se reconozca oficialmente, el acuerdo suscrito precipitadamente es una respuesta a la operación que Rusia ha llevado a cabo en territorio georgiano», destacaba el diario digital gazeta.ru.
«En Polonia se han tomado muy en serio el hecho de que Moscú ha enviado por primera vez sus tanques y sus aviones contra un Estado extranjero», añadía el medio ruso.
Hasta esta semana, el primer ministro polaco, Donald Tusk, había mostrado sus reticencias para firmar el acuerdo para instalar misiles en su territorio. De hecho, Washington y Varsovia llevaban quince meses de duras negociaciones sobre esta cuestión. De hecho, la llegada al poder de Tusk en noviembre de 2007 tras la derrota de Jaroslaw Kaczynski complicó notablemente los planes a Washington.
Sin embargo, el viaje a Tibilissi del presidente polaco, Lech Kaczynski, junto a sus homólogos letón, lituano, estonio y ucraniano para mostrar su apoyo a Georgia se antoja básico para entender el súbito desbloqueo de las negociaciones. Todos ellos realizaron declaraciones alertando del nuevo poderío ruso y de la «amenaza» que podía suponer para sus vecinos.
A ello, también ha contribuido notablemente que Washington haya aceptado todas las condiciones que Varsovia reclamaba para acoger sus misiles, como la entrega de una batería de misiles antimisiles Patriot al Ejército polaco.
En este sentido, Sergei Markov, diputado y politólogo cercano al Kremlin, coincidía al señalar que el acuerdo de Varsovia es «una de las consecuencias de la guerra y ha estado inspirado por EEUU».
«Es un fracaso para Rusia, pero también para Alemania, Francia y toda Europa», añadió Markov.
Bush, firme
Al día siguiente de ordenar firmar el acuerdo de Varsovia, el presidente de EEUU, George Bush, realizó una declaración pública en los jardines de la Casa Blanca para seguir presionando a Rusia.
«La brutalidad y la intimidación no son una manera aceptable de gestionar la política exterior en el siglo XXI. Sólo Rusia puede decidir si quiere volver a la vía de las naciones responsables o si quiere continuar con una política que únicamente traerá confrontación y desolación», declaró Bush.
Tras mostrar la adhesión inquebrantable de EEUU «y sus aliados» al Gobierno de Georgia, Bush exigió a Rusia que «retire sus fuerzas invasoras de todo el territorio georgiano, ya que la soberanía y la integridad territorial de Georgia deben ser respetadas».
Dentro de la estrategia de presión de EEUU, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, viajó ayer a Tibilissi, donde tras entrevistarse con el presidente Mijail Saakachvili, éste accedió a suscribir el plan europeo de alto el fuego, aunque denunció que Rusia sigue teniendo tropas en territorio georgiano y exigió su retirada.
El presidente ucraniano, Viktor Yuschenko (prooccidental), propuso a su homólogo ruso, Dimitri Medvedev, establecer negociaciones «urgentes» para tratar la cuestión de la Flota del mar Negro, con base en Ucrania, según informó la agencia Interfax.
«He enviado al presidente de Rusia una proposición por los canales oficiales para que negociemos y preparemos un acuerdo que regule nuestras relaciones en el caso de que se produzcan acciones militares similares a las que hemos tenido a comienzos de agosto», destaca Yuschenko, en lo que se interpreta como una represalia contra Rusia por la guerra de Osetia del Sur. Los barcos rusos de la Flota del mar Negro tienen su base en el puerto ucraniano de Sebastopol, en Crimea.
La canciller alemana, Angela Merkel, que se reunió con Medvedev en Sochi, defendió «la integridad territorial» de Georgia, al día siguiente de que Rusia mostrara su adhesión a la independencia de Osetia del Sur y de Abjasia, mientras que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, conversó telefónicamente con su homólogo ruso.