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Indusal en huelga por la igualdad entre mujeres y hombres

«Estamos dispuestas a seguir luchando hasta el final, hasta donde haga falta»

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Itziar Abrisketa Mendiolea
Empleada de Indusal

Nació hace 44 años en Basauri y lleva 26 trabajando en Indusal. En ese tiempo ha pasado por casi todos los puestos de la planta. Considera que, para solucionar el conflicto laboral, es «necesario» que se impliquen de verdad quienes «difunden un discurso a favor de la igualdad, y no hacen nada».

Ruben PASCUAL |

Hace ya un mes que las empleadas de la empresa Indusal de Arrigorriaga están en huelga contra la discriminación y la precariedad que sufren, con unos sueldos de unos 700 euros mensuales. Han sacado a la calle sus demandas y se concentran ante hoteles y centros de Osakidetza, sus clientes.

Durante la huelga se han llevado a cabo diferentes protestas ante clientes de Indusal. ¿Han observado algún tipo de reacción en ellos?

Yo me imagino que notarán que la ropa no llega en las mismas condiciones que cuando se estaba trabajando. Nos ha llegado información de que la ropa no llega bien: llega sucia, mal... Pero como la empresa tiene un acuerdo con el hotel y la ropa no llega en las condiciones habituales, ha decidido hacerle una rebaja económica. Entonces, el hotel sigue tragando; se alía con la empresa.

¿Qué tipo de reacción se da en los usuarios de los hoteles, que están en temporada alta con las vacaciones de verano?

Los clientes son muy solidarios y se implican a tope. Nunca hemos tenido ningún tipo de problema con ellos. Al contrario, se dirigen a nosotras, se interesan, nos preguntan por qué protestamos...

¿Cuál ha sido la reacción de la empresa ante la huelga?

Su única respuesta ha sido la cerrazón absoluta. Por el momento, no tenemos nada. Ni se presentan a las reuniones ni quieren negociar, ni quieren saber nada.

En los tiempos que corren, la igualdad es la marca de trabajo de muchos colectivos y de organismos como Emakunde. ¿Han recibido algún tipo de apoyo?

No, nada. Nadie nos ha llamado, ni nadie ha venido a solidarizarse con nosotras. Hasta ahora no hemos tenido respuesta de ningún colectivo ni institución. Son todo buenas palabras pero, a la hora de actuar, nadie hace nada.

El movimiento feminista, a través de Bilgune Feminista y Bizkaiko Emakumeen Plataforma, ha mostrado su apoyo a la huelga. ¿Qué suponen adhesiones como ésta?

Todos los apoyos son bienvenidos. Lo que pedimos es que el apoyo de toda esa gente no se quede sólo en una nota. Lo que les pedimos es que se mojen más, que se impliquen. Creemos que el de la igualdad es un tema lo bastante serio como para que se quede en una simple hoja de papel.

En cuanto a las instituciones, ¿cómo se han posicionado ante la huelga?

A favor de la empresa. La presión policial es tremenda, un escándalo. Alguna mano tiene que haber por detrás, pero es vergonzoso: la Ertzaintza escolta el autobús, hay un montón de secretas, patrullas, beltzas... Se ve una clara mano de las instituciones. No tenemos pruebas, pero es evidente. Por ejemplo, cuando le preguntas a los responsables de la Ertzaintza por la presencia policial, te contestan que en temas políticos no entran. En comisaría nos han llegado a decir, aunque no explícitamente, que si se arregla esto, todas las denuncias quedarán limpias y que cuanto antes lo arreglemos mejor.

¿En qué situación se encuentran las denuncias que han recibido?

Todavía no hay novedades en ese aspecto. Nos han dicho que están en trámite y que ya nos avisarán cuando haya algo.

Entrando ya en el tema de la discriminación, ¿cuáles son las diferencias reales entre mujeres y hombres en Indusal?

Económicas, muchas. Yo puedo llegar a cobrar hasta 300 euros menos que cualquier chico. Por ejemplo, los chicos nuevos que entran a trabajar en la empresa cobran ya dos pluses que no cobran mis compañeras o ni yo misma, que llevo 26 años.

Últimamente, he estado trabajando en una máquina con tres chicos que llevaban unos dos meses y todos cobraban casi 300 euros más que yo realizando el mismo trabajo. Eso es real.

¿Cómo se lleva a cabo esa discriminación?

Los chicos cobran dos pluses que nosotras no cobramos: toxicidad y actividad. La misma empresa nos admitió que el plus de toxicidad no está fundamentado. Aunque la empresa lo admite, nada cambia, todo se queda en agua de borrajas.

Ante esta situación, ¿ha habido algún tipo de inspección?

Sí, estuvo la Inspección de Trabajo, pero todavía no hay ningún tipo de denuncia, estamos a la espera. Nos dijeron que hasta que no acabe la huelga, no habrá un dictamen.

Además, la empresa está haciendo muchas cosas que no puede hacer estando en huelga: no pueden cambiar los relevos, no pueden desviar ropa, no pueden trabajar los festivos... Pero todo esto a la empresa le da igual.

¿En qué aspectos se refleja esa actitud de la empresa?

Hace lo que quiere y más. Normalmente trabajamos a tres relevos pero, ahora, agrupan a la gente para hacer un relevo de seis a catorce horas. De esa gente, se esconde a varias personas cuando llega el comité de huelga; y cuando se va, salen y siguen trabajando. Hemos visto a la gente escondiéndose en los vestuarios. La ropa de Osakidetza, por ejemplo, la llevan a Ciudad Real en unos tráilers que la empresa alquila para ello; no pueden hacer eso estando en huelga, pero lo hacen.

En esta empresa, ocurren cosas que no hay por dónde agarrarlas. Además, son tan evidentes que la inspectora lo sabe y ya está recogido.

Resulta llamativo que esta discriminación se dé en una plantilla que está formada por mujeres en un 70%. ¿Por qué cree que ocurre esto?

Porque es una empresa muy machista, de esas que huelen a rancio. Es una dinámica que siempre ha utilizado y le ha ido bien. La empresa se creó en un contexto social y económico en el que la mujer cobraba menos y ha estado muchos años en «calma chicha».

Si la cuestión de la discriminación no es nueva, ¿por qué ha salido ahora a la luz?

Porque, tras esos años de calma, ha ido llegando gente nueva que piensa de otra manera. Al final, de tanto aguantar, ha reventado el balón. Antes era una empresa casi familiar, donde todos se conocían, y siempre ha funcionado el individualismo y el amiguismo. Entonces nadie se movía. Además, cuando la empresa se creó, por la situación económica de entonces, era muy difícil conseguir trabajo.

Y ahora, ¿cuál es la justificación de la empresa para no atender sus peticiones?

El dinero. Dicen que pedimos mucho dinero, que le salimos muy caros a la empresa. Ése es el único argumento que utilizan.

En los momentos en los que la empresa ha estado mejor económicamente, ¿ha habido algún cambio para ustedes?

No. Todo ha seguido igual. En los momentos en los que la empresa ha tenido más beneficios, se han dedicado a llenarse los bolsillos.

¿Hasta qué punto están dispuestos a llegar?

Hasta el final, hasta donde haga falta. No sabemos dónde está el final, pero estamos dispuestos a seguir luchando.

¿Qué lectura hacen sobre la situación actual?

La vemos como un pulso. La actitud de la empresa, por ahora, es de cerrazón total. En ningún momento se ha mostrado dispuesta a sentarse a negociar. Hemos quedado con ellos para diferentes reuniones y no se han presentado. Han faltado a reuniones incluso con el Preco. De momento están estudiando la resolución que nos dio el Preco. Y el martes a las 0:00 de la noche se les acaba el plazo para responder sí o no. Viendo la situación actual, estamos casi seguras de que la respuesta va a ser negativa, aunque !ojalá nos equivoquemos!

Pedimos que todas aquellas personas a las que se les llena la boca con el tema de la igualdad se impliquen, que el tema es lo suficientemente serio para ello.

«A raíz de constituir el comité de empresa, mejoraron nuestras condiciones laborales»

 

La plantilla de Indusal está mayoritariamente conformada por mujeres. ¿Es alta la edad media?

Aunque la plantilla se renueva a menudo, somos bastantes las empleadas que llevamos muchos años.

Usted que lleva 26 años trabajando en la empresa, ¿ha observado alguna evolución en la situación laboral?

Sí, pero a raíz de que se constituyó el comité de empresa. Desde el momento en el que, hace dos años, se formó un comité empezaron las mejoras. Fueron los integrantes del comité los que empezaron a mejorar las condiciones de trabajo, de seguridad... Así, se empezaron a cumplir unas normas que hasta entonces se incumplían. Antes, cada vez que íbamos a pedir algo, la respuesta siempre era «no», o se seguía el convenio, aunque hay que tener en cuenta que era un convenio prehistórico. Sólo a algunos se les daba todo lo que pedían.

¿Se ha producido algún cambio en la actitud de la empresa desde que se constituyó el comité?

Sí. En el momento en que la empresa vio que no iba a poder manipular a la gente, empezó a rescindir los contratos de personas que se habían empezado a mover y que estaban con nosotros. Comenzaron a contratar inmigrantes. Saben que debido a su situación, estas personas ni se mueven ni protestan, y la empresa se aprovecha de ello.

¿En qué sentido se aprovecha?

Sabían que ese cupo de gente, por su situación, nunca se le iba a poner en contra en caso de huelga. Aunque también hay que decir que mucha de esa gente firmó el convenio presionada. Hay que tener en cuenta que muchos de los nuevos empleados no saben leer castellano y los encargados les iban con el papel para que firmaran.

En un contexto de crisis, ¿ha cambiado el tipo de contrato que se hace a trabajadoras y trabajadores?

No. Se suelen hacer contratos de fin de obra o por clientes. Esos contratos se mantienen mientras un cliente determinado siga en la lavandería.

Sí se han dado casos en los que la renovación de los contratos dependía de que se firmara el convenio, que han firmado algunos trabajadores o no. En ese sentido, sí que ha habido amenazas. Hay gente a la que han despedido por no firmar ese convenio. R.P.

 

300 Euros

«Estuve trabajando en una máquina con chicos que llevaban un par de meses en la lanta y cobraban unos 300 euros más que yo, que llevo 26 años»

ESCONDIDOS

«Cuando se va el comité de huelga, muchos trabajadores que estaban escondidos salen para seguir trabajando»

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