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El ciclomotor, símbolo del progreso económico vietnamita, en peligro por el alto precio de la gasolina

Desde que la empobrecida economía vietnamita comenzara a despegar en la década de los noventa, las motocicletas se han convertido en un símbolo del progreso económico en este país asiático. Pero ahora su uso peligra por el precio de los combustibles.

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Matt STEINGLASS

El número de personas que usan autobuses y bicicletas ha aumentado significativamente desde que aumentó el precio de la gasolina», manifestó Than Van Thanh, director del Departamento de Tránsito del Ministerio de Transportes.

Durante veinte años, cambiar la bicicleta por una moto ha sido una muestra de subida en la escala social vietnamita. Hacia 2007, casi dos terceras partes de los hogares tenían una. Pero esto puede cambiar en poco tiempo. Según Thanh, el aumento de precios implica que una persona que usa la moto para ir al trabajo puede gastar hasta 20 dólares al mes en combustible, por lo que «alguien que gana 1,5 millones de dong al mes (90,4 dólares ó 58,5 euros) no puede permitirse ya la motocicleta».

Donde más se ha notado el cambio es en los comercios de bicicletas y ciclomotores eléctricos, antes enfocados a las personas mayores. Sus ventas han aumentado considerablemente desde el mes pasado. «Estamos vendiendo cinco o seis unidades al día, frente a las dos diarias de antes del aumento del precio de la gasolina», señaló Huynh Thi Nhung, vendedora de los almacenes Robo Electric Bicycle Shop de Hanoi. Los nuevos compradores son jóvenes y trabajadores de salario bajo. Indicó que el consumo de una bicicleta eléctrica en un recorrido de unos 90 kilómetros es de unos 30 centavos de dólar, mientras que una moto gastaría unos 3,50 dólares.

La inflación, que está en torno al 27%, ha influido también en el aumento de las ventas de bicicletas, considera Nguyen Trung Hiep, dueño de otra tienda.

Esta situación puede tener efectos positivos, como la mejora de la calidad del aire de Hanoi, que en los últimos cinco años ha adquirido niveles de polución similares a los de otras urbes asiáticas, según dijo el investigador Pham Duy Hien, quien preparó recientemente un estudio sobre la calidad del aire patrocinado por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación.

Sin embargo, no es necesario mirar a Occidente para encontrar iniciativas para mejorar el medio ambiente. La ciudad china más grande próxima a Vietnam, Kunming, sólo permite el uso de ciclomotores eléctricos y se enorgullece de una calidad del aire superior a la de Hanoi.

Hien, que considera que la disminución de motos en Vietnam es aún demasiado pequeña para ser tenida en cuenta, instó a un «movimiento general de la población» para cambiar esos vehículos por las bicis o el transporte público.

Hubo un tiempo en la que las bicicletas reinaron en las carreteras vietnamitas, como muestran las imágenes de los años sesenta o setenta del siglo pasado, donde jóvenes vestidas con el traje tradicional ao dai circulaban por las principales vías urbanas. Hasta mediados de los noventa, muchos occidentales se sorprendían por el silencio de Hanoi, donde el ruido del tráfico se limitaba al sonido de las ruedas de las bicicletas y las campanillas. Hoy, el tráfico en una revolución cacofónica. Los campesinos pobres trasladan su producción de frutas o verduras en bicicleta, mientras tratan de esquivar a las bandadas de motoristas.

Mientras, para los vietnamitas que pueden permitirse pagar la gasolina, la moto se ha convertido en un hábito difícil de abandonar. Uno de los clientes de Robo Electric, Pham Van Khai, de 45 años, explicó que no estaba en el establecimiento para adquirir una moto eléctrica para él, sino para su nieta. «Es más barato y seguro para ella usar una bici eléctrica -comentó Khai-. Yo, sin embargo, viajo mucho, así que prefiero quedarme con mi moto».

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