El polvorín del Cáucaso
Rusia anuncia que retirará hoy sus tropas de territorio georgiano
A pesar de que el presidente ruso, Dimitri Medvedev, anunció ayer que las tropas rusas se retirarán hoy de territorio georgiano, dirigentes occidentales continuaron presionando a Moscú. La más audaz fue la canciller alemana, Angela Merkel, de visita en Tbilissi, que prometió que Georgia ingresará próximamente en la OTAN.
GARA | MOSCÚ
El presidente ruso, Dimitri Medvedev, prometió ayer que a partir de hoy retirará sus tropas de Georgia, mientras desde Occidente seguían produciéndose declaraciones contra Moscú.
El Gobierno georgiano continuó denunciando la presencia de tropas rusas en su territorio y que Moscú «estaba fortificando» sus posiciones «no lejos de Tbilissi».
El acuerdo de alto el fuego firmado por Rusia y Georgia a instancias de la UE permite a Moscú mantener tropas en territorio georgiano, más allá de la frontera con Osetia del Sur, aunque no puede controlar ciudades importantes. Las tropas rusas, pese a ello, han tomado las principales ciudades georgianas.
Mientras, desde Occidente, se siguieron cargando las tintas contra Rusia. La canciller alemana, Angela Merkel, viajó a Tbilissi, donde mostró su apoyo a Georgia, prometiendo que próximamente podrá ingresar en la OTAN, una incorporación que Moscú considera una agresión directa.
Merkel volvió a pedir la retirada de las tropas rusas de Georgia, tal y como hizo desde Washington la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, quien subrayó que «la reputación de Rusia está hecha pedazos». Pese a ello, mostró su esperanza de que el Kremlin «mantenga esta vez su promesa» y retire las tropas hoy.
Horas ante, Medvedev prometió al presidente francés, Nicolas Sarkozy, que hoy comenzará «la retirada del contingente militar enviado en apoyo de las fuerzas de mantenimiento de la paz rusas tras la agresión georgiana contra Osetia del Sur».
Sarkozy, que negoció el acuerdo de alto el fuego en Moscú y en Tblissi, advirtió a Medvedev de «las graves consecuencias que tendría para las relaciones entre Rusia y la UE» que las tropas rusas no abandonasen Georgia. En un artículo de opinión que hoy publicará «Le Figaro», Sarkozy señaló que la retirada rusa «no es negociable y debe realizarse sin retraso».
La OTAN, por su parte, celebrará mañana una reunión extraordinaria en Viena en la que participarán los ministros de Asuntos Exteriores de sus 26 miembros para analizar el conflicto ruso-georgiano y la actitud que se adoptará en el futuro respecto a Moscú.
Los miembros de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) se reunirán hoy para debatir el envío de cien observadores más a Georgia, en el marco de la implementación del acuerdo de alto el fuego.
El presidente georgiano, Mijail Saakachvili, aprovechó el eco mediático que le proporcionó la presencia de Merkel en Tbilissi para rechazar totalmente la presencia de fuerzas rusas de mantenimiento de la paz.
«No se puede hablar en Georgia de fuerzas de paz rusas. No puede haber fuerzas de paz rusas», insistió Saakachvili, a pesar de que desde comienzos de la década de 1990 estas tropas están desplegadas en los territorios de Osetia del Sur y Abjasia. El acuerdo de alto el fuego no cuestionó el mantenimiento de la presencia de estas fuerzas rusas.
Una vez más, Saakachvili fue más allá que sus aliados occidentales, que únicamente han exigido la retirada de las tropas rusas de Georgia, pero no de Osetia del Sur ni de Abjasia.
«Fuerzas de paz» rusas
El despliegue de las «fuerzas de mantenimiento de la paz» rusas en Osetia del Sur se produjo después de que el 24 de junio de 1992 Moscú y Tbilissi firmasen un tratado que permitía la presencia de 500 soldados rusos, georgianos y sudosetos.
Con el tiempo, la diferencia entre soldados rusos y sudosetos se difuminó, mientras que se registraron periódicos incidentes entre soldados rusos y habitantes georgianos, por un lado, y fuerzas georgianas y habitantes osetos, por otro.
Precisamente, la razón principal con la que Moscú ha justificado el envío de tropas a Osetia del Sur tras la agresión georgiana fue la necesidad de proteger a «las tropas de mantenimiento de la paz» y a los ciudadanos osetos con pasaporte ruso.
Asimismo, el acuerdo de alto el fuego suscrito por Moscú y Tblissi a instancias de Sarkozy prevé que estas «fuerzas de mantenimiento de la paz» se encarguen de patrullar en territorio georgiano cercano a Osetia.
En Abjasia, por su parte, existen 3.000 soldados rusos de interposición desplegados bajo mandato de la CEI, organización de la que Georgia formaba parte hasta que mostró su intención de abandonarla como consecuencia de esta última guerra.
La Policía georgiana, mientras, seguía ayer sin ser capaz de llegar a Gori, donde continuaban las fuerzas rusas, según constató un periodista de France Presse.
El secretario del Consejo de Seguridad georgiano, Alexandre Lomaya, aseguró que el Ejército ruso había fortificado sus posiciones.
Unidades especiales georgianas poseen armas alemanas introducidas ilegalmente en Georgia, según informó ayer la televisión pública alemana ARD. El Ministerio alemán de Economía destacó que no autorizó su entrega.
El conflicto en Osetia del Sur y Georgia ha provocado 158.600 desplazados, según dio a conocer ayer el Alto Comisariado de la ONU para los Refugiados (HCR). 98.600 están en territorio georgiano, 30.000 en Osetia del Sur y otros 30.000 en Rusia.
Un grupo de quince niños que sobrevivió a la toma de rehenes de la escuela de Beslan (Osetia del Norte) por un comando checheno en setiembre de 2004 ha viajado al Estado francés, donde permanecerán dos semanas con familias de acogida.
«¡Silencio! ¡Orden! ¡Guarden el turno!», gritaba ayer el responsable de un convoy humanitario en el centro de Gori, la principal ciudad georgiana ocupada por las tropas rusas.
Un grupo de unas 150 personas, principalmente hombres de avanzada edad, gritaba, se agitaba y se empujaba alrededor del autobús amarillo que acaba de llegar, al tiempo que mostraban los carnets del registro para acceder a la ayuda humanitaria.
La distribución de cajas marcadas con el símbolo del Creciente Rojo turco desencadenó las disputas. Se acusaban de quedarse con las cajas que les correspondían. Otros se quejaban de que no haber recibido nada.
«¡Queremos pan y no nos dan nada!», gritaba una persona en medio de la multitud en dirección al responsable georgiano que había organizado la distribución.
La desesperación se imponía entre los escasos habitantes de Gori que no se han visto obligados a huir de la ciudad, que permanecía aislada del resto de Georgia desde la llegada del Ejército ruso hace casi una semana y a donde la llegada de la ayuda se produce con cuentagotas.
El embajador francés en Tbilissi, Eric Fournier, hizo un llamamiento el sábado para que las fuerzas rusas dejasen por fin que llegase alimentos y medicinas a Gori, destacando que la situación era «dramática».
El general ruso Viacheslav Borissov, que controla la zona, aseguró ayer que las carreteras están abiertas para la recepción de ayuda humanitaria, pero añadió que no había llegado ningún cargamento importante.
A pesar de la presencia de las fuerzas rusas, en Gori comenzaba a sentirse un tímido retorno a la normalidad. La mayoría de los edificios estaban intactos, aunque algún que otro inmueble mostraba los efectos de los bombardeos. En la plaza central, en cambio, estaban rotos los cristales de todas las fachadas.
Algunos viejos se dedicaban a pasar el tiempo hablando en la calle, ante sus casas. Eran pocas las tiendas que se atreven a abrir sus puertas.
Micha Jizanichvili, ingeniero retirado, contaba que su situación es «extremadamente difícil». «Hay mucho pillaje. De algún modo, los soldados rusos nos protegen. Algunos militares son amables, otros no», explicaba.
En pleno centro de la ciudad, dos carros de combate rusos estaban estacionados a escasos 500 metros de la plaza principal, en la que se encuentra una estatua de Stalin, natural de Gori.
Dos guardias fronterizos abjasos murieron y otros dos resultaron heridos ayer como consecuencia de una explosión en Abjasia, según informó la agencia rusa Itar-Tass. El explosivo fue activado mediante un mando a distancia.