Lucha libre acabķ en una meritoria quinta posiciķn
Maider Unda soņķ con el bronce hasta casi acariciarlo
En un duro combate, la polaca Wieszczek cortó la progresión de la alavesa, muy cansada a esas alturas
Natxo MATXIN | IRUÑEA
Maider Unda repitió el camino de otros deportistas vascos en estos Juegos Olímpicos, al quedarse a un paso de colgarse una medalla de bronce. Lo que ocurre es que en el caso de la arabarra tiene un mérito terrible haber quedado en el quinto puesto, dado el nivel de práctica de esta modalidad en otros países con respecto al que existe en Euskal Herria.
La luchadora de Olaeta comenzó con muy buen pie la competición al derrotar a la ucraniana Oksana Vashchuk, pero en cuartos no pudo con la búlgara Stanka Zlateva -medalla de plata, a la postre-, lo que le obligó a disputar la repesca.
Fue ahí donde la diez veces campeona estatal y quinta en el mundial que se celebró el año pasado hizo albergar esperanzas de que podía tener opciones al último metal. Así, Unda pudo con la canadiense Ohenew Akuffo, lo que le permitió pujar por dicha medalla con la polaca Agnieszka Wieszczek, quien anteriormente había caído en semifinales.
Sin embargo, la centroeuropea fue demasiada rival para la arabarra, quien a esas alturas de la competición empezó a acusar el cansancio. Pese a ello, se batió el cobre hasta la extenuación y su cara, a la finalización del combate, fue buena muestra de la dureza de la pugna, con arañazos y llena de golpes.
Pese a la derrota, tuvo una lectura positiva de su participación olímpica, al destacar que «ha sido muy importante haber tenido tanta gente pendiente de este deporte. No es fácil, tenemos becas, pero no hay tradición y levantar la lucha femenina ha sido muy duro. Esto tiene mucho mérito», insistió.
En cualquier caso, la alavesa no se quedó conforme con su quinto puesto «porque es duro tener un sueño tan cerca y no poder quedarte con él. Estaba muy cansada, ha sido un desgaste muy fuerte, pero hay que estar preparada para esto».
Al menos es el reconocimiento para una deportista vasca que no siempre ha podido saborear las mieles del triunfo. No hay más que remontarse cuatro años, cuando no pudo participar en Atenas por una bursitis en la rodilla y la rotura de menisco y ligamento anterior cruzado que sufrió en 2003.
Ocurra lo que ocurra hoy, Iker Martínez y Xabier Fernández cumplieron con el objetivo que se habían marcado, que no era otro que ganar la última regata. Era un requisito imprescindible para poder acceder al reconocimiento deportivo del medallero.
Iker Martínez reconoció que era lógico que el jurado se tomara su tiempo para decidir «porque esto puede sentar un precedente». Antes de conocer el veredicto, se felicitó porque «sea la medalla que sea, ambas son buenísimas y un gran éxito».
Las dos parejas de hermanos alemanes e italianos -Jan Peter y Hannes Peckolt, Pietro y Gianfranco Sibello- también están pendientes de la resolución de los jueces. Los primeros serían plata y los segundos, bronce, si descalifican a los daneses.
Pese a que pugnaron durante gran parte de la regata por no quedarse los últimos, los daneses, con su velero prestado, acabaron entrando en séptima posición. Un puesto que a día de ayer les permitía mantener la medalla de oro.
Maider Unda tuvo mala suerte en el segundo de sus cruces, ya que le tocó lidiar con la búlgara Stanka Zlateva, quien a la postre sería medalla de plata.