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Jon Odriozola Periodista

Mienten más que hablan

Podría decirse que la comparación de Hitler con Milosevic fue fruto de una campaña de intoxicación (des)informativa encomendada por el gobierno de EEUU a la empresa de relaciones Ruder&Finn

Nunca dejará de maravillarme la capacidad de la propaganda imperialista para manejar la opinión pública internacional a su antojo. Ya damos por hecho, incluso desde la izquierda antiotánica, que R. Karadzic es un genocida, ¡y ello sin escuchar su versión como exigiría un mínimo decoro democrático! Goebbels se retuerce de envidia en el Walhalla.

Desde una postura infantil podría aplicar la teoría del «y tú más», es decir, que dando por supuesto que Karadzic sea responsable de lo que se le acusa, sucede que no menos responsable penalmente sería, por ejemplo, Javier Solana, mandamás de la OTAN cuando masacraron Serbia. Pero resulta que no me creo ni los cargos que se le imputan a Karadzic.

Dejando de lado que a Milosevic se le detuvo sin pruebas por el único «delito» de no someterse a los designios euroatlánticos (incluida USA), sin mencionar su «infarto inducido», podría decirse que la comparación de Hitler con Milosevic fue fruto de una campaña de intoxicación (des)informativa encomendada por el gobierno de EEUU a la empresa de relaciones Ruder&Finn. ¿Sus clientes? Croacia, Bosnia y los nacionalistas albaneses de la provincia (entonces) serbia de Kosovo. Cuando la guerra de Bosnia (1992-95), se tapó que el difunto Alija Izetbegovic, presidente bosnio a la sazón, fue en su juventud cofundador de la versión bosnia de las Juventudes Hitlerianas, los llamados Jóvenes Musulmanes. Pero, claro, como iba de «víctima», ocurre que hasta la izquierda, sentimental ella, lo equiparó a los palestinos oprimidos por el sionismo israelí. O, en el colmo, presentar al infumable ELK (o UÇK) del traficante y proxeneta H. Thaci como si fuera un movimiento de liberación nacional al estilo de las guerrillas latinoamericanas. También se olvida que la organización terrorista OTAN decide unilateralmente, sin mandato de la ONU, sin informar a sus parlamentos, el 24 de marzo de 1999 bombardear salvajemente Yugoslavia. ¿O no se recuerda que, acabada la guerra, la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU afirmaba que reconocía la integridad del territorio serbio, incluyendo Kosovo, esa nueva colonia yanki en territorio europeo? El Derecho internacional reducido a polvo.

¿Sbrenica (o, después, RaÇak) y los 7.000 musulmanes muertos por presunta orden de Karadzic y Mladic en julio de 1995? ¿Es que también, Odriozola, vas a negar esto? El 14 de mayo de 1998 el «New York Times» publicó un artículo sobre los trabajos de búsqueda de los cadáveres por parte de expertos del Tribunal Internacional de La Haya. En dos años de trabajo sólo pudieron exhumar 460 cuerpos. Faltaban 7.500 sin localizar. Falsimedia dijo que los serbo-bosnios los habían «vaporizado». La ONU ha clasificado sus archivos como «secretos» en espera de que los agentes Mulder y Scully nos lo aclaren.

Para los amigos de establecer comparaciones fáciles y mecánicas existe la tentación de equiparar Serbia con España y Kosovo (o Bosnia o Montenegro) con Euskal Herria. Para la OTAN, Serbia no era «España» precisamente y, mucho menos, Euskadi Kosovo. De ahí que en La Haya se creara un tribunal especial para la antigua Yugoslavia como la fascista Ley de Partidos está pensada para la izquierda abertzale ad hoc.

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