Accidente aéreo
El accidente de avión de Barajas se salda con 153 muertos y 19 heridos
Un total de 153 muertos y 19 heridos, muchos de ellos graves, es el balance oficial del accidente de un avión de Spanair que se registró ayer en el aeropuerto madrileño de Barajas. Los cadáveres, cuya identidad no se dio a conocer a la espera de que la compañía contactase con las familias, fueron trasladados a un pabellón de Ifema para ser identificados. La labor era complicada, ya que los cuerpos estaban carbonizados.
GARA | MADRID
El número total de fallecidos en el accidente aéreo registrado ayer en Barajas ascendía a 153, según fuentes confirmó anoche la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez. En el avión viajaban 172 personas, de las que 163 eran pasajeros y nueve tripulantes. En distintos centros sanitarios de Madrid fueron atendidos la veintena de heridos, la mayoría de carácter grave.
Salvo uno de ellos que murió en el hospital, el restó perdió la vida en el lugar del siniestro, según explicó el director del Samur, Ervigio Corral, que añadió que entre los fallecidos «había un gran número de niños».
El de ayer es el segundo accidente aéreo más grave en la historia de Madrid, después del registrado en 1983 en el que murieron 180 personas.
A la hora de cerrar esta edición se desconocía la identidad de los fallecidos. Spanair, la propietaria del avión señaló que no haría pública esta información hasta haberla facilitado a las familias afectadas.
En cualquier caso, las tareas de identificación se presentan complicadas. Al elevado número de fallecidos hay que añadir el estado en el que se encontraban los cadáveres, puesto que el avión accidentado se incendió, carbonizando los cuerpos.
Sin embargo, se pudo conocer el nombre de algunos pasajeros que viajaban en el avión de Madrid a Las Palmas. Uno de ellos es el concejal de San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria), que regresaba a casa con su mujer y sus dos hijos tras pasar unas vacaciones en la península Ibérica.
Asimismo, cuatro pasajeros de Lufthansa facturaron su equipaje en el vuelo de Spanair tras hacer transbordo en Barajas, según informó la compañía alemana. Al menos uno de los heridos es sueco.
El siniestro tuvo lugar en el aeropuerto madrileño a las 14.45 cuando la aeronave modelo MD-82, con destino a Las Palmas de Gran Canaria, chocó supuestamente con la pista durante el despegue. Al parecer, el aparato se partió en dos y provocó un incendio en las inmediaciones de la pista 36.
El accidente fue de tal magnitud que las autoridades madrileñas activaron el Protocolo 11-M, diseñado tras los atentados islamistas. Así, se habilitó un pabellón del recinto ferial de Ifema para trasladar los cadáveres y practicar las tareas de identificación. La Policía Científica y un equipo de veinte forenses estaban destinados a realizar esta tarea. El ministro español de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, señaló que, si fuera necesario, podrían desplazarse a Madrid forenses desde Sevilla y Barcelona.
Mats Jansson, presidente de la compañía escandinava SAS, propietaria de Spanair, señaló en Copenhague, antes de dirigirse a Madrid, que había que investigar las causas por las que se produjo el accidente y que todavía se desconocían las causas del mismo. Las cajas negras fueron localizadas y puestas a disposición judicial, por lo que serán claves en la investigación.
El titular del Juzgado número 11 de Madrid, que se hizo cargo de las diligencias, prohibió la difusión de las imágenes captadas por los servicios de emergencia.
El director general de Spanair, Marcus Hedblom, compareció en la sede de la compañía en Palma, donde mostró su condolencia a los familiares de los afectados. Junto a ello, destacó que el avión siniestrado llevaba volando quince años y que había pasado su última revisión el 24 de enero.
Cincuenta trabajadores de Spanair de Mallorca se desplazaron a Madrid para colaborar en la asistencia a las víctimas en Madrid.
Se da la circunstancia de que Hedblom se encontraba en Palma para analizar el expediente de regulación de empleo que afecta a más de mil trabajadores. Esta compañía acaba de suspender varias líneas -algunas de ellas partían de Hondarribia y Loiu- debido a la crisis económica.
En cualquier caso, Spanair destacó que esta circunstancia no ha afectado a la seguridad de las aeronaves.
Tanto en el aeropuerto madrileño de Barajas como en el grancanario de Gando se sucedieron emotivas escenas protagonizadas por los familiares de los viajeros, que no sabían si sus allegados habían fallecido o se encontraban entre los escasos supervivientes. En ambos lugares, se habilitaron dependencias para que pudieran esperar cómodamente y recibir asistencia médica y sicológica. Unos 180 familiares viajaron desde Las Palmas de Gran Canaria a Madrid en un avión fletado por Spanair, que habilitó el teléfono 800400200 para que los familiares pudieran ser informados.
«Esto pinta muy mal», señaló Rafael Morillo, cuya hija Leticia se encontraba en el avión accidentado. La última vez que pudo hablar con ella por teléfono móvil fue antes del siniestro.
A María Jesús Bermejía, su nieto Marcos Hernández, le advirtió, también por teléfono, de que el avión efectuó un giro irregular en el despegue, por lo que se demoraría.
Como si de un guión de película se tratase, una pareja canaria no subió al avión accidentada porque llegó tres minutos tarde al mostrador de facturación de Barajas.
La Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, así como el Gobierno de Canarias, decretaron tres días de luto oficial.
Los trabajadores del aeropuerto y los miembros del Samur que participaron ayer en el rescate de los heridos instantes después del accidente aéreo relataron ayer a varios medios el dantesco escenario con el que se encontraron. José Antonio y Antonio, padre e hijo y trabajadores del aeropuerto de Barajas relataron a Telemadrid que en el río cercano a la pista de despegue «había gente muerta, otras estaban carbonizadas, incluso los heridos tenían el 80% del cuerpo carbonizado». También confirmaron la muerte de uno de los pilotos que identificaron «por los galones», así como la de «una azafata morena muy guapa, que también estaba muerta». Padre e hijo también contaron consternados que vieron varios niños entre las víctimas, mientras que otro niño «nos pedía ayuda para salvar a su madre». Además, subrayaron el silencio que se vivía después del accidente.
En declaraciones a la web de «El Mundo», Carlos, técnico de emergencias, declaró que la escena que se encontró «era comparable a una guerra» y que en su labor de trasladar los cadáveres del avión, «muchos cuerpos tan sólo eran pedazos». Las labores de rescate fueron extremadamente complicadas y los bomberos tuvieron que esperar para entrar al avión «debido a las altas temperaturas que había dentro».
La web de «El País» también recogió los testimonios de varios testigos. Un trabajador de AENA informó abatido de que «el avión estaba todo partido, estaba lleno de cuerpos» mientras que otros trabajadores relataban directamente que «no quedaba nada del avión, es horroroso, está todo quemado». Luis Ferreras, jefe del puesto de espera de las ambulancias habilitado junto a la zona del siniestro, comentó que «muchos sanitarios no han visto algo así en su vida».
En declaraciones al diario madrileño, varios guardias civiles también relataron el drama con el que se encontraron ayer en Barajas. «Es lo más parecido a un infierno que he visto, los cadáveres estaban hirviendo, nos hemos quemado al cogerlos», relató con espanto un agente.