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El polvorín del Cáucaso

El Ejército ruso se repliega pero mantiene estratégicos retenes en suelo georgiano

Tal y como había anunciado, el Ejército ruso dio a última hora de la tarde de ayer por terminado «su» repliegue de Georgia. Escudándose en la necesidad de garantizar la seguridad de sus aliados de Osetia del Sur y Abjasia y en una maniobra para tensar la cuerda, el Kremlin anunció que mantendrá puestos militares no sólo en torno a estos dos enclaves sino en otros puntos estratégicos de Georgia. EEUU acusó a Moscú de incumplir el alto el fuego.

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GARA | JURVALETI

El Ejército ruso aceleró ayer su repliegue de Georgia, aunque advirtió de que mantendrá posiciones estratégicas cerca de los enclaves independentistas de Osetia del Sur y Abjasia.

Centenares de vehículos militares abandonaban desde mediodía de ayer sus posiciones en el centro y oeste de Georgia hacia ambos territorios.

Una nutrida columna de blindados, carros y camiones cargados de soldados y artillería reculaban por la carretera que lleva de Tbilissi a Gori. Cientos de policías georgianos llegaron ayer a Gori para retomar el control de la situación. Entrada la tarde no quedaban tropas rusas en Igoeti, a escasos 35 kilómetros de la capital georgiana, ni en Kaspi, a medio camino entre Tbilissi y Gori.

Otros 17 vehículos militares procedentes de Senaki (oeste de Georgia) entraron en Abjasia por la villa de Ruji.

El Ejército ruso ya ha advertido de que mantendrá 18 puestos militares una zona de seguridad alrededor Osetia del Sur, en los que se quedarán de retenes cientos de soldados. Ayer concretó que hará lo mismo en torno a Abjasia estableciendo otros 18 puestos de control a lo largo del río Inguri, frontera natural entre Georgia y el enclave.

Más allá, el Estado Mayor anunció ayer que Rusia mantendrá asimismo el control de la carretera estratégica que comunica Tbilissi con el mar Negro.

La «zona de responsabilidad» en palabras del jefe adjunto del Estado Mayor ruso, Anatoli Nogovitsin, y que quedará bajo control ruso incluirá largos tramos de la principal carretera que atraviesa Georgia de este a oeste.

Moscú controlará así el tramo entre el principal puerto georgiano de Poti y la ciudad de Senaki, que alberga un aeródromo militar en manos rusas.

El Kremlin se escuda para ello en las disposiciones de un acuerdo alcanzado con Georgia tras los levantamientos de las poblaciones de Abjasia y Osetia del Sur entre las cenizas de la URSS. Acuerdos que legitimaron la presencia de «tropas de paz» rusas en ambos enclaves.

El Gobierno francés apeló a Rusia a «garantizar la libertad de movimiento y de circulación por las carreteras de Georgia».

Alemania insistió en que la zona tapón anunciada por Rusia y cuyos límites siguen sin estar claros no puede ser sino «una medida provisional de seguridad en espera de que un mecanismo internacional entre rápidamente en vigor».

La llave, en Moscú

Moscú anunció que sus tropas completarían el «comienzo del repliegue» pero acusó a Rusia de no respetar los términos del alto el fuego con Georgia.

En esta línea, anunció el regreso a sus bases de los aviones de guerra que tomaron parte en la contraofensiva rusa contra Georgia, concretamente de 25 aviones de asalto y tres cazas.

Lo mismo hizo el buque lanzamisiles Mirazh, que regresó ayer a la base militar de la Marina rusa en Sebastopol, el principal complejo naval del Ejército ruso en el mar Negro.

El Mirazh destruyó una de las cuatro lanchas georgianas que el 10 de agosto atacaron a varios barcos rusos frente a las costas de Georgia. En la operación participaron asimismo el crucero Moskva, buque insignia de la flota rusa en el mar Negro, el patrullero Smetlivi, tres grandes buques de desembarco, pequeños buques lanzamisiles, dragaminas y barcos auxiliares.

El Estado Mayor ruso anunció que varios de ellos siguen cumpliendo operaciones en la zona.

Una zona a la que llegaron ayer cuatro fragatas de la OTAN «en misión de rutina planeada hace un año».

El Kremlin advirtió de que este gesto «no ayuda a estabilizar la situación» y advirtió de que se reserva «el derecho de aumentar» su presencia militar en Georgia «en caso necesario».

Duras críticas de EEUU

El departamento de Estado de EEUU certificó el repliegue pero acusó a Rusia de incumplir los términos del alto el fuego acordado con Georgia por mediación de la Unión Europea.

El Gobierno georgiano fue más allá y desmintió el anuncio de Moscú en el que dio por terminado su repliegue a última hora de la tarde de ayer. «No es verdad, la retirada rusa no ha terminado, ya que los soldados rusos siguen presentes en localidades georgianas, particularmente en Poti y Senati», señaló el Ministerio de Exteriores. En la misma línea, Tbilissi matizó que el acuerdo de alto el fuego establecería que las tropas rusas tienen derecho a llevar a cabo sólo patrullas «a unos pocos kilómetros» de distancia de la frontera administrativa de Osetia del Sur y en ningún momento se mencionan puestos de control permanentes.

Estos «pocos kilómetros», añadió, se referirían a un radio de quince kilómetros en torno a Tsjinvali, capital de Osetia del Sur. Siempre según esta versión, nada especificaría el acuerdo en torno a la zona tapón similar en torno a Abjasia y menos al control de puntos estratégicos ya más hacia el interior de Georgia.

El Ejército ruso se limitó a señalar que todos los retenes que deja en Georgia estarían avalados por el acuerdo alcanzado con mediación francesa.

otan al mar negro

Rusia denunció la llegada al mar Negro de cuatro fragatas (de EEUU, Alemania, Polonia y Estado español) como una provocación. La OTAN calificó el despliegue de rutinario y planeado desde el año pasado.

«Que Putin, Bush y Saakashvili arreglen sus cosas en duelo»

Sentadas en un parque frente al museo de Stalin en Gori, dos mujeres observaban las colas en espera de ayuda humanitaria y narraban haber sufrido terribles bombardeos. «Bush, Saakashvili y Putin deberían arreglar sus cuitas en un duelo y dejarnos en paz», denunció Klaudia Assanidze. GARA

error de cálculo

El viceministro georgiano de Defensa, Batu Kutelia, reconoció que su Gobierno no calculó el alcance de la respuesta rusa a su ataque a Osetia del Sur. «No pensábamos que un miembro del Consejo de Seguridad y de la OSCE reaccionaría así».

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