La Federación de Consumidores en Acción (FACUA) ha denunciado a trece campañas publicitarias, especialmente televisivas, de diversas operadoras de telefonía móvil por «publicidad engañosa». En todas las estadísticas de las que tenemos conocimientos sobre las protestas o denuncias de los consumidores, siempre aparecen encabezando la lista de mayor incidencias las empresas dedicadas a la telefonía, fija y móvil, los viajes y la vivienda. Se trata de una costumbre muy poco extendida y entre los excesos de los que protestan por vicio y la inmensa mayoría que nos callamos por prudencia o por simple recelo o convencimiento de que nuestra denuncia no va a seguir el curso adecuado ni vamos a obtener respuesta ninguna.

Denunciar las campañas publicitarias televisivas debe ser un campo de experimentación para los bufetes de abogados, plagado de minas. Las oficinas del consumidor, o los estamentos correspondientes, deberían actuar de oficio, y no esperar siempre la denuncia de un particular. Pero de ponerse estrictos ante el televisor, deberían ampliarse las facultades de derecho, la plantillas de todos los juzgados, las dependencias de arbitraje y demás instancias, porque es cierto, la publicidad, casi siempre, es engañosa, o al menos engorda siempre al caballo. Y lo es en términos generales, pero hay productos o servicios, auténticamente peligrosos por sus anuncios capciosos y plagados de letras pequeñas que atraviesan nuestra pantalla a la velocidad de la lectura de Superman, únicamente.

Pero la denuncia de los consumidores en acción se refiere a casi todas las operadoras de telefonía móvil más conocidas, con varios casos de reiteración en el supuesto engaño, lo que nos coloca, una vez más, ante algo que todos hemos vivido en primera persona, que nos han hecho adictos a unos medios de comunicación que pagamos de manera abusiva. Y que nuestra relación con la publicidad ya no se fundamente en el dilema de creer o no creer, sino de intentar ver quién nos miente menos. Hace poco salía en todas las cadenas un anuncio de una oferta de un modelo coche cuya fecha límite era el mes anterior de su emisión. Por ejemplo.