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Iñaki Uriarte Arquitecto

ATB y los Juegos

Al igual que otros miles de vascos, y para evitar la contaminación patriotera españolista que no pueden evitar estos empleados de la noticia, deseo en cualquier competición de todo tipo el más estrepitoso fracaso de España y de todos los que sumisamente contribuyen con ella, aunque hayan nacido aquí y se declaren vascos por los cuatro costados, «tetravascos»

El grupo mediático EiTB, Euskal Irrati Telebista, especialmente desde su desafortunado, por su anterior relativo equilibrio simbólico-territorial, desplazamiento de Iurreta a Bilbo, ha acentuado su total carácter de televisión bilbaína, y por su desproporcionado apego al fútbol, demás deportes y especialmente al Athletic, bien podría denominarse Athletic Telebista Bilbao, ATB.

Es lamentable e inadmisible la persistente pésima calidad del lenguaje emitido en los informativos en todos sus sentidos y contenidos: semántica, errores, léxico, dicción. En Radio Euskadi, además, cabe señalar la fugacidad de los noticiarios y la falta de respeto al oyente, en el modo de mal leer, vulgar vocabulario y el tuteo de ciertos locutores. Incluso si se sintonizan los canales de España o se atraviesa dicho país y se escuchan las diferentes emisoras locales, con una elemental sensibilidad y cultura, por comparación se percibe el bajísimo nivel de EiTB.

En la actualidad los agobiantes Juegos Olímpicos, celebración deportiva proveniente de la antigüedad griega, de carácter cíclico y especialmente desde que en el Congreso Internacional de Educación Física celebrado en la Sorbona de París en 1894 gracias a Pierre de Coubertin se decidió reinstaurarlos cuatrienalmente, han alcanzado fama universal. Pues bien, los presentadores y locutores e incluso los enviados especiales de EiTB han demostrado una arraigada e incorregible ignorancia. Son, probablemente, los únicos en el mundo incapaces de discernir Olimpiadas, que es una medida simbólica de tiempo, de Juegos Olímpicos, que es un acontecimiento deportivo programado, no un evento como dicen, que es sinónimo de suceso, repentino... Los utilizan continuamente como sinónimos. Todo ello evidencia, una vez más, la absoluta falta de rigor y control de una dirección que se preocupe por la calidad y el estilo. Los medios de comunicación, especialmente los que emiten, tienen una enorme responsabilidad por su influencia en el lenguaje de una sociedad, que habitualmente lo acepta en la creencia de que es correcto. Han pasado 25 años desde que se creó el ente.

Además falsean premeditada y perversamente la realidad. Todos los que participan con España son españoles: patria no hay más que una. Si algunos han nacido en Euskal Herria no se distinguen en nada de los demás en su mercenaria y entusiasmada contribución con el país que nos hostiga permanentemente en todos los frentes. Aceptan emocionados su himno, bandera y especialmente su dinero. No serán capaces de declarar ni reivindicar nada, ni un gesto, un símbolo y en sus entrevistas subyace un indisimulado españolismo; son individuos sensorialmente exprimidos cuya única mentalidad es el minuto y el metro.

Al parecer estos vividores del deporte son multipatrias: también cobran del Gobierno vascongado, cuya consejera de Cultura ha cometido el enorme ridículo, si no desfachatez, de asistir a este contubernio. El deporte que allí se trafica no es cultura, es comercio ¡Qué vergüenza! Esperemos que jamás se les convoque para participar con una selección de Euskal Herria. Sólo les falta firmar el manifiesto reaccionario a favor de la imposición de la lengua española. No tienen principios ni ideología, sólo bolsillo. Les da lo mismo actuar de comparsa para encubrir esta hipocresía mundial de cortejar a un país represor y criminal como China, y para mayor agravio acuden con la falange deportiva de España, nuestro enemigo total.

Los JJOO en la actualidad no tienen ningún sentido, podrían suprimirse. Existen campeonatos mundiales de todos los deportes celebrados y más. Son una explotación comercial de una oligarquía neoliberal de determinadas empresas y cadenas televisivas. Y lógicamente sirven para mantener el Comité Olímpico Internacional y todas sus sucursales, una secta esencialmente corrupta integrada por fascistas, monarcas aburridos, sus familias y sinvergüenzas oportunistas.

El talante mercantil y fanático ha quedado realzado cuando el hijo del jefe de las Fuerzas Armadas del reino de España, impuesto por el criminal Franco, ese muchacho holgazán que vive del dinero publico todo el año jugando y viendo deportes -es como «el «Marca» con pantalones» debió decir-, apareció con grandes letras en conocidos periódicos antivascos: «a por ellos». Este grito facistoide de animosidad belicista, exterminador, quizá inspirado en su castrense entorno, y de despreciable memoria en nuestro país, es propio de un descerebrado camorrista y exaltado ultra. En su manifiesta ignorancia debe desconocer que el lema de los JJOO era, hasta ahora: «lo importante es participar».

Debo declarar que para percibir todo esto basta con ver los «Teleberri». Asimismo, para todos aquellos a los que lógicamente les guste el deporte sería recomendable que viesen esta clase de eventos por canales de otros países para poder gozar con tranquilidad, sin la habitual histeria hispanista. Y, si no, al menos verlo con el volumen apagado; su salud mental se lo agradecerá.

Al igual que otros miles de vascos, y para evitar la contaminación patriotera españolista que no pueden evitar estos empleados de la noticia, deseé en cualquier competición de todo tipo el más estrepitoso fracaso de España y de todos los que sumisamente contribuyen con ella, aunque hayan nacido aquí y se declaren vascos por los cuatro costados, «tetravascos».

Es evidente que progresivamente, a través de todos los medios de difusión, incluso aquellos de ideología vasca, se han incrementado peligrosamente las dosis de españolidad, haciendo ver con simpatía los triunfos de España. El hecho de que un 75% de los telespectadores de Euskal Herria estuviesen viendo la final de un reciente campeonato de fútbol es preocupante. Incluso aunque el 95% de ellos hubiese preferido la derrota española, no hacía falta tan alta ración de morbosidad. El día que Euskal Herria sea una nación independiente y el Gobierno español no prosiga con su agresividad quizá se les pueda contemplar con la simpatía de la cercanía, como a Andorra o Gibraltar.

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