Martin Garitano Periodista
¿Hacia la independencia?
A pesar del tiempo transcurrido desde su abandono de la política activa -o tal vez por ello-, Xabier Arzalluz, uno de los referentes más sólidos del jelkidismo en los últimos treinta años mantiene intacta su capacidad de sorprender a todo el mundo. Para goce de unos, indignación de otros y estupefacción de los que, como el firmante, observa desde hace décadas el rumbo divergente del discurso peneuvista y su praxis.
Ahora, en una entrevista en el medio más hostil que cabía imaginar, el presidente más omnipotente que ha tenido el PNV desde la muerte de Ajuriagerra nos cuenta que el camino seguido por su partido ha ido dirigido siempre -cabe recalcar el término- hacia la independencia.
Así será si así lo dice Arzalluz, pero resulta difícil identificar en el deambular errático del peneuvismo la decisión firme de quien conoce el destino de la independencia y se afana en encontrar el camino más adecuado a sus posibilidades.
Y es que desde los tiempos de Txiberta -los más viejos aseguran que desde mucho antes- el PNV (el dirigido por Ajuriagerra, Garaikoetxea, Arzalluz, Insausti, Sudupe, Imaz o Urkullu) ha elegido compañeros de viaje que no tenían otro destino que el de la sacrosanta unidad de España. Compañeros que, por cierto, nunca han desestimado el empleo de la brutalidad para garantizar el éxito de su misión.
Pactaron con el PSOE en numerosas ocasiones e instituciones; cedieron el poder a los neofranquistas en Nafarroa (aún a costa de tener que expulsar al NBB al completo); concedieron credibilidad pública a la palabra de Aznar; compartieron mesa y regalos con Rafael Vera; permitieron a su policía intimar, colaborar y trabajar al alimón con la Guardia Civil de Galindo y la Policía de Amedo. Y todo eso por no hablar del ejemplar comportamiento de sus agentes para con la Audiencia Nacional cuando -otro ejemplo- les ordenaron secuestrar y enterrar los huesos calcinados de Lasa y Zabala y apalear a sus familiares.
En todas esas estuvieron el PNV y Arzalluz. Tal vez sea el camino para la independencia pero, la verdad sea dicha, resulta tan difícil creerlo...