El diablo rojo y su equipo de entrañables monstruos
«Hellboy 2. El ejército dorado»
Aunque Guillermo del Toro es tentado con ofertas millonarias, de acuerdo con el prestigio que ha adquirido como maestro del cine fantástico, sigue haciendo películas para los incondicionales del género. Su complicidad con los fans del cómic orginal de Mike Mignola se mantiene en una segunda entrega que le sirve de experimento para su extraordinario despliegue visual, añadiendo un sinfín de nuevas criaturas imaginarias a su inagotable y personalísimo repertorio.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Guillermo del Toro es el más imaginativo y delirante de los creadores fantásticos, capaz de desarrollar un universo enteramente propio. Sus extrañas criaturas pueblan las pantallas y amenazan con colarse en nuestras mentes para siempre. A veces su carrera, más que a la de un cineasta, recuerda a la de un dibujante cuyos diseños lo inundan todo, mientras el artista se prepara para su gran obra, tal vez la definitiva. Por su querencia hacia el género terrorífico parece prepararse para adaptar a H.P. Lovecraft, el mayor narrador de visiones y pesadillas, y es posible que ya se encuentre en el momento justo que le permita convertirse en el único dispuesto a ilustrar con todas las consecuencias el horror contenido en «En las montañas de la locura». Antes de eso, debería poner en escena el guión previsto de Sergio G. Sánchez («El orfanato») para la última entrega de su trilogía sobre la Guerra del 36, de la que ya hemos visto «El espinazo del diablo» y «El laberinto del fauno». «3993» será el título encargado de cerrar este apasionante ciclo, en el que ha sabido arrojar una mirada distinta sobre un tema histórico que parecía agotado en cuanto a su tratamiento ficcional.
Al cineasta mexicano le llueven las ofertas, por lo que a sus proyectos personales se unen otros ajenos, y de alguna manera consigue llevarlos todos a su terreno particular y darles un sello característico. La profesionalidad y dedicación con que Guillermo del Toro encara cada uno de los encargos que le llegan es ejemplar, pero cuesta imaginárselo al frente de una superproducción hecha para las masas. De dirigir «El Hobbit» habrá de pasar el examen del gran público, aunque no se puede dudar de su conexión con la fantasía literaria de J.R.R. Tolkien, por encima incluso de la de Peter Jackson. Seguro que lo hará bien, y de hecho en «Hellboy 2: El ejército dorado» ya prueba a dar forma a figuras que parecen salidas de la Tierra Media. Es ésta una constante en la filmografía del mexicano, que siempre utiliza sus contribuciones a determinadas sagas basadas en cómics para experimentar. Ya lo hizo con «Blade II», y con más motivo a cuenta de la traslación a la pantalla de las aventuras creadas en el papel por Mike Mignola, puesto que siempre ha estado al frente y su intención es completar una trilogía. La segunda parte que ahora se estrena deja abierta la puerta a esa otra tercera, con el atípico superhéroe rojo abocado a la paternidad. Verlo rodeado de diablillos hasta hace pensar en un guiño a «Shrek», popular personaje de la animación infantil que apareció con sus ogrillos verdes.
Cineasta de género
La recepción a «Hellboy 2: El ejército dorado» está siendo la esperada, porque Guillermo del Toro nunca ha intentado competir con las producciones de superhéroes al uso, aquellas que aspiran a ocupar el número uno de la taquilla mundial. El mexicano es un cineasta más especializado, al que en este tipo de sagas siguen los verdaderos aficionados al cómic. La primera entrega recuperó con dificultades el dinero invertido, lo que puso en serios aprietos la financiación de la segunda. Si ha salido finalmente adelante ha sido gracias al prestigio adquirido por Guillermo del Toro al entrar en la lucha por los Oscar con «El laberinto del fauno», suficiente para que cualquier estudio se interese por sus propuestas, aunque como en el presente caso no sean mayoritarias. La crítica alaba el despliegue visual de la película, pero se queja de la falta de guión. Es lo que decíamos antes, que es un experimento que hará disfrutar a sus seguidores por la inagotable cantidad de nuevos seres imaginarios que propone.
Falta de argumento
Es cierto que Guillermo del Toro se ha despreocupado un tanto de la línea argumental, prefiriendo concentrarse en el diseño de todas las criaturas fantásticas que dejan al espectador frotándose los ojos ante la incredulidad de lo que ve. Al argumento es mejor no darle muchas vueltas, ya que incluso guarda similitudes varias con la última entrega de otra franquicia del género no muy original, la de «La momia».
Esa pobreza de ideas para la narración se compensa con la magistral configuración de personajes, todos ellos dotados de un carisma arrollador. La caracterización de Ron Perlman es la de un monstruo entrañable, cuyas conflictivas relaciones con el mundo real no le impide mantener en otra dimensión una curiosa entente con «freaks» como él. Al acuático Abe Sapien y a la piroquinética Lizzy se les suma para la ocasión el protoplasmático alemán Johann Krauss, formando un equipo ideal en la lucha que coordina la BPRD, cuyas siglas se traducen por Agencia de Investigación y Defensa Paranormal.
El interés del Del Toro por convertir a ese hijo del infierno en una estrella del cine sorprendió a su propio creador, Mike Mignola. «No creía que Hellboy podía ser una película. Pero cuando conocí a Guillermo, supe que si había alguien capaz de llevarlo a la pantalla, era él», asegura Mignola.
Título original: «Hellboy 2: The Golden Army».
Dirección: Guillermo del Toro.
Guión: Guillermo del Toro, sobre el cómic de Mike Mignola.
Producción: Lawrence Gordon.
Fotografía: Guillermo Navarro.
Música: Danny Elfman.
Intérpretes: Ron Perlman, Selma Blair, Doug Jones, James Dodd, Luke Goss, Jeffrey Tambor, John Hurt, John Alexander, Anna Walton, Brian Steele.
País: EE.UU, 2008.
Duración: 110 minutos.
Género: Fantástica.
Ron Perlman es un actor con un físico peculiar que se adecua a las más increíbles caracterizaciones, a nada que los maquilladores retoquen su amplio e inconfundible rostro. Fue descubierto para el cine a comienzos de los 80 por Jean-Jacques Annaud en «En busca del fuego», volviendo a contar con él en «El nombre de la rosa» y «Enemigo a las puertas». Quien lo reivindicó dentro del género fantástico fue Guillermo del Toro con su opera prima «Cronos», después de que se hiciera popular en la serie televisiva «La bella y la bestia», junto a la actriz Linda Hamilton. También ha contribuido a su prestigio internacional Jean-Pierre Jeunet con «La ciudad de los niños perdidos» y «Alien Resurrección».