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Un topo de la posguerra

«Los girasoles ciegos»

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M. I. | DONOSTIA

Se estrena el último guión que dejó acabado Rafael Azcona, quien adaptó la novela de Alberto Méndez en estrecha colaboración con José Luis Cuerda. Entre los dos decidieron trasladar la acción de un piso madrileño de la posguerra a otro gallego, porque la arquitectura de Ourense está mejor conservada para una ambientación de época.

Otra poderosa razón para el cambio de localización es la sintonía que Cuerda mantiene con Galicia, donde tiene viñedos y ha rodado con éxito «El bosque animado» y «La lengua de las mariposas». «Los girasoles ciegos» es la historia de un topo, uno de los tantos a los que la represión franquista obligó a permanecer oculto y enterrado en vida. Es un profesor de provincias, cuya figura podría haber sido concebida como homenaje a Antonio Machado, y que sobrevive, por ironías del destino, de las traducciones al alemán.

Aislamiento completo

Se esconde en un hueco contiguo al dormitorio conyugal, aunque su estado de aislamiento le ha llevado a perder el contacto con su mujer. Ésta es acosada por un joven diácono, cuyas dudas tras su participación en la Guerra del 36 son aclaradas en confesión por el rector del seminario, quien representa el poder religioso de la época en base al concordato Iglesia-Estado. El matrimonio es encarnado por Javier Cámara y Maribel Verdú, enfrentados a Raúl Arévalo y José Ángel Egido, que son los que visten sotana y ensombrecen la narración con su oscura influencia. Entre los roles infantiles destaca el niño Roger Princep, descubierto en «El orfanato».

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