Cada vez hay más escritores a los que no les importa reconocer que el cine es un arte total con más posibilidades expresivas que la literatura, y entre ellos se encuentra Philippe Claudel. Su contacto directo con los rodajes llegó gracias a su actividad previa como guionista, junto al realizador Yves Angelo. Por fin dio con una historia que necesitaba ser contada con imágenes y la ambientó en su Nancy natal, recogiendo de paso su experiencia como profesor para reclusos carcelarios. Quería que la protagonista fuese una gran actriz a la que no le importara afearse, porque debía representar a alguien que se ha pasado quince años en la cárcel y ha perdido la frescura de su rostro por culpa del encierro. Tampoco le importó el acento inglés de Kristin Scott Thomas, resuelto en las escenas que el personaje comparte con su madre, enferma de alzheimer, a la que incorpora la actriz irlandesa Claire Johnston.

«Hace mucho que te quiero» es la historia del reencuentro entre dos hermanas a las que el destino alejó, cuando en su juventud una de ambas se vio envuelta en un terrible suceso y fue condenada a un larga pena de privación de libertad.

Un hogar estable

Al salir de la cárcel es recogida por la hermana que ya tiene encauzada su vida, habiendo formado un hogar al lado de su marido y dos niñas adoptadas de procedencia asiática. Las pequeñas están encantadas con el descubrimiento de una tía de la que nada sabían, pero a los adultos les costará más aceptar a esa desconocida y vencer los prejuicios con respecto a su condición de exconvicta.

Poco a poco las complicidades empezarán a aflorar y el silencio, con sus secretos del pasado, irá siendo vencido. La anfitriona habrá igualmente de superar su complejo de culpa, al pensar que podía haber hecho algo más por su hermana durante todo el tiempo en el que permaneció entre rejas, y de la que se fue olvidando a causa de la comodidad o por enterrar una realidad tan ingrata.