La Biblia dice que después de la creación Dios descansó el séptimo día, pero George Lucas lleva descansando demasiado tiempo desde que creara «La Guerra de las Galaxias». Es un claro ejemplo de lo que significa vivir de rentas, amparado en la rentable labor de maduro productor que explota las franquicias que ideó en su juventud. El problema es que no está siendo honesto consigo mismo y con los seguidores de la saga galáctica, porque si no dispone de tiempo humano para concluir el ambicioso plan inicial de nueve películas, habiendo dejado la cuenta definitivamente en seis, no es de recibo que vuelva una y otra vez sobre lo ya hecho.

Lejos de añadir nada nuevo, no busca otra cosa que adaptar la misma línea argumental a distintos soportes, ya sea en forma de videojuegos o de series televisivas. El planteamiento consiste en captar a las nuevas generaciones de espectadores multimedia, olvidándose de los que crecieron con sus películas. Somos muchos a los que «Star Wars: The Clone Wars» nos deja fríos, una vez que ya ha cundido el desinterés. Lucas dice que es un espectáculo que procura emociones nunca antes vistas al visionar esta saga, gracias a las posibilidades técnicas de la animación en 3-D.

Diga lo que diga, basta ver el trailer para comprobar que este piloto de la teleserie de treinta capítulos, o lo que quiera que sea, no conserva un ápice del encanto de la obra cinematográfica original. A mí más me suena a querer reforzar la parte más débil del proyecto en su conjunto, toda vez que la mayoría de las críticas a lo contemplado previamente en la gran pantalla solían ir dirigidas hacia los efectos digitales, así que al final las imágenes generadas por ordenador se acaban imponiendo por defecto.