Petra Lang y Ben Heppner cantan la «Canción de la Tierra» en el Kursaal
La Quincena continúa con su maratoniana recta final de conciertos, y la de hoy será nuevamente una jornada con múltiples propuestas. Las más destacadas son la actuación de Ben Heppner y Petra Lang, primeras figuras del canto, a las 20.00 horas en el Kursaal, y el estreno de «Mandalaren baitan», de la compositora vizcaina Isabel Urrutia, en el marco del recital que, a la misma hora, el percusionista Morris Palter ofrecerá en la Sala de Cámara del auditorio.
Mikel CHAMIZO | DONOSTIA
Esta tarde el Kursaal acogerá a dos de los mejores cantantes del mundo para una obra que, por si fuera poco, se adapta perfectamente a sus cualidades vocales. Se trata de Petra Lang y Ben Heppner, dos de los mayores especialistas wagnerianos del momento, y la obra, la «Canción de la tierra», de Gustav Mahler, con Josep Pons al frente de la Orquesta Nacional de España.
Nacido en 1956, Ben Heppner consolidó su carrera internacional al ganar en 1988 el Premio Birgit Nilsson del Metropolitan Opera House de Nueva York, teatro que ahora se enorgullece de contar con Heppner entre sus mayores estrellas. Desde aquel año, en que debutó oficialmente con Walther de «Los Maestros Cantores de Nurenberg» en los Estados Unidos, Heppner ha ido conquistando los principales coliseos del mundo, al tiempo que iba definiendo paulatinamente su visión de algunos de los grandes papeles wagnerianos, pasando poco a poco a ser reconocido como uno de los escasos tenores auténticamente wagnerianos de la actualidad. Un reconocimiento que, en parte, le ha llegado gracias a la adoración que le profesa ese conciliábulo casi sectario que forman los melómanos llamados wagnerianos o wagnermaníacos.
Pero Heppner aún no parece tener claro qué personaje de Wagner es su caballo de batalla: «Cuando la gente me pregunta cuál es el papel más difícil, sólo puedo responder que no lo sé -reconoce Heppner-. En este momento, el más difícil que canto es Tristan, pero, a este respecto, siempre cuento una anécdota. En 1998, estaba ensayando Tristan en un teatro y alguien me dijo: `Tristan debe ser el papel más difícil para tenor, ¿no cree?'. `No, no lo es', repliqué yo. `¿Cuál es entonces? ¿Siegfried? ¿Otello? ¿Tannhäuser?», preguntó. Y yo le respondí: `Es el papel del conde Almaviva en `El barbero de Sevilla'. Porque pongo a Dios por testigo de que yo no puedo cantarlo, así que debe ser el papel más difícil'».
Petra Lang, experta en Mahler
No obstante, Heppner sí tiene claro cuál es su personaje preferido: «Siempre ha sido Walther von Stolzing; creo que tengo mucho que ver con el personaje, porque, como él, yo también llegué a la carrera operística un poco tarde».
Sin embargo, en unas declaraciones hace unos años, el veterano tenor insinuó que no iba a cantar más el personaje de Walther. «Me incomoda el hecho de que Eva tenga ahora la edad de mi hija. Así que uno se siente como su padre, no como su amante. Pero, bueno, si Alfredo Kraus pudo cantar su Traviata con 68 años, probablemente sería el padre de la persona que cantara Germont».
A Heppner le acompañará esta tarde Petra Lang, también una experta wagneriana, aunque sus interpretaciones de Mahler -especialmente de la «Sinfonía» nº 2, que ha cantado cientos de veces- han sido también alabadas en todo el mundo. De hecho, directores como Claudio Abbado o Riccardo Chailly han acudido a ella para abordar música de Mahler.
El Ciclo de Música Contemporánea presenta hoy en Donostia a Morris Palter, un percusionista de prestigio internacional que se enfrentará a un exigente programa en el que destaca la obra maestra «Zyklus», de Stockhausen, además del estreno de «Mandalaren baitan», de Isabel Urrutia. La de Urrutia es una pieza que utiliza exclusivamente tambores, pero de muchos tipos diferentes, partiendo de la idea de que el tambor es un instrumento de percusión que se da en todas las culturas del mundo. Urrutia ha construido para la ocasión piezas de metal, plástico y madera que se colocan sobre los tambores para cambiar su sonoridad. La forma de tocarlos es también muy diversa, usando amplificación para que cada manipulación sobre los instrumentos -desde golpearlos con una baqueta a rozarlos con un dedo- pueda ser captada claramente por el oyente.