Maite SOROA | msoroa@gara.net
No se olvidan de Arzalluz
Colean las últimas declaraciones de Xabier Arzalluz. Ayer le zumbaba en «El Semanal Digital» Pascual Tamburri, apasionado defensor de lo que, sin sorna, llama «la legalidad nacida en 1936». O sea, el franquismo puro y duro.
En referencia a las mentadas declaraciones publicadas en «El Mundo», Tamburri extrae varias conclusiones: «Arzalluz cree, y como él muchos nacionalistas, que la Transición fue un engaño. Que la continuidad del Estado, pasando `de la Ley a la Ley' a través del ejercicio de la soberanía nacional en democracia, era indeseable. Que había que romper con la legalidad del Estado». La legalidad que se inventó Franco para justificar su dictadura, habría que matizar.
Y como el ex presidente del PNV le resta legitimidad a aquello que llamaron «transición», nos dice Tamburri que «Claro es que hay otras razones de inaceptabilidad. Otras personas, con iguales derechos que Arzalluz y con mucho mayor respaldo popular, pueden decir casi lo contrario: que la negociación rastrera e innecesariamente ansiosa de los chicos de Adolfo Suárez implicó el reconocimiento por el Estado de unos supuestos derechos históricos de naturaleza no ya preconstitucional, sino supraconstitucional. Que la soberanía nacional, única e indivisible, no puede ser objeto de negociación o de matices (`por eso el Parlamento vasco quiere blindar el concierto para que no quede al albur de que cualquiera lo pueda llevar al Constitucional y que a cuento de la igualdad de todos los españoles un día alguien lo quite'). Y que esos matices llevan a confusiones jurídicas como las sostenidas antes por Ernest Lluch y aún hoy por Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, sobre autodeterminaciones, confederaciones y demás. Por no hablar de la idea de la Corona como único vínculo entre los vascos y el resto de españoles». O sea, que Suárez y compañía se bajaron los pantalones. ¡Venga ya!
Y para concluir, la perla de la jornada: «Ah, ni olvidemos lo mejor: que después de todas esas rendiciones ucederas el PNV no votó la Constitución, sin que por eso se extirpasen los tumores ya insertados». Involucionan a una velocidad impresionante.