Los movimientos y las declaraciones cruzadas entre Rusia y sus aliados y Occidente siguen avivando la crisis que va camino de convertirse en una nueva Guerra Fría. Ayer, el ministro de Exteriores francés, Bernard Kouchner, dejó caer la posibilidad de que la Unión Europea imponga sanciones a Moscú en caso de que no retire completa- mente sus tropas de Georgia y en represalia por reconocer la independencia de Abjasia y Osetia del Sur. El lunes lo hablarán los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete en Bruselas.

Desde París, Kouchner advirtió de que están «contemplando sanciones y otros muchos medios», aunque, añadió, el Estado francés «no es partidario de cortar las relaciones con Rusia».

En un posterior comunicado, el Ministerio de Exteriores puntualizó las declaraciones de su titular. Subrayó que «en lo que concierne a Francia, no ha evocado propuestas de sanciones respecto a Rusia». «Él ha mencionado que, si ciertos países contemplan sanciones, la posición de Francia como presidenta de turno de la UE es obtener una posición común», señaló.

Kouchner también avanzó que trabaja con otros países para elaborar un «texto fuerte» que refleje la voluntad de los Veintisiete de «no aceptar» esta situación. En la misma línea que el presidente Nicolas Sarkozy, afirmó que la actuación de Rusia en el conflicto desatado a raíz del bombardeo de Georgia contra Osetia del Sur es una «violación del derecho internacional, que no contempla corregir las fronteras de un país vecino, es más, lo prohíbe».

El miércoles, Sarkozy acusó a Moscú de tratar de cambiar «unilateralmente» las fronteras de Georgia, lo que, a su juicio, es «sencillamente inaceptable».

«Para los europeos -enfatizó-, no puede haber y no habrá otra solución que una basada en el derecho y en el respeto de la soberanía, independencia y la integridad territorial de Georgia en sus fronteras reconocidas internacionalmente».

Moscú no tardó en responder. El titular de Exteriores, Sergei Lavrov, consideró que las posibles sanciones esgrimidas por Kouchner a su país son producto de una «imaginación enferma». «Aparte de eso, mi amigo Kouchner también dijo que nosotros atacaremos pronto Moldavia, Ucrania y Crimea, pero es una imaginación enferma y probablemente eso se aplica a las sanciones también. Creo que es una demostración de una completa confusión», manifestó en la capital de Tayikistán, donde ayer se celebró la cumbre al más alto nivel de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), integrada por China, Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán, Uzbekistán y Rusia, a la que por primera vez acudió el presidente ruso, Dmitri Medvedev.

Declaración ambigua

Antes de aprobarse la declaración, Medvedev ya agradeció a los países de la OCS su «comprensión y evaluación objetiva de los esfuerzos de paz rusos». «En el curso de la conversación llegamos a la conclusión de que es imprescindible respetar el orden mundial y que el país que desata una agresión debe responder por sus consecuencias», señaló.

En la declaración final, los estado miembro de la OCS expresaron su «profunda preocupación por las tensiones surgidas» al tiempo que llamaron a las partes a «resolver los problemas mediante el diálogo pacífico y empeñar esfuerzos para la reconciliación y la reanudación de las conversaciones».

Aunque criticaron a Georgia por el empleo de la fuerza militar al afirmar que «la apuesta exclusivamente por la fuerza no tiene futuro y entorpece el arreglo de los conflictos locales», resaltaron su «apego a los principios del respeto a las tradiciones culturales e históricas de cada país y a sus esfuerzos por conservar la unidad del Estado y su integridad territorial».

Para Medvedev, la postura de la OCS «tendrá una gran resonancia internacional y será una señal seria para aquellos que tratan de presentar lo blanco como negro y justificar la agresión del Gobierno georgiano».

El primer ministro, Vladimir Putin, también quiso aportar su granito de arena en este contencioso acusando a «alguien» de Estados Unidos de provocar el conflicto. En una entrevista con la cadena estadounidense CNN, sostuvo que «no es sólo que los americanos no pudieron impedir que los líderes georgianos cometieran este acto criminal, sino que armaron y entrenaron al Ejército georgiano».

«¿Por qué buscar una difícil solución mutua en el proceso de paz? Es más fácil armar a uno de los lados y provocar que éste mate al otro lado. Y el trabajo está hecho», agregó. Sin cortarse, expresó su sospecha de que «alguien en EEUU creó especialmente este conflicto con la intención de hacer la situación más tensa y crear una ventaja competitiva para uno de los candidatos que luchan por el puesto de presidente».

Por su parte, el presidente georgiano, Mijail Saakashvili, volvió a pedir el envío de una fuerza internacional para «proteger a los georgianos contra nuevas agresiones rusas» y para que «los centenares de miles de personas que expulsó de Abjasia y Osetia del Sur puedan regresar a ellas con total seguridad».